En este sentido, el estudio destaca una mejora de hasta el 20% en el rendimiento académico y una reducción del 30% en las ausencias injustificadas a clase (primer indicador del abandono escolar y de un futuro absentismo laboral) tras la realización de los programas.
Además, estos programas suponen una mejora de las Habilidades No Cognitivas (NHC), también conocidas como «habilidades blandas», que mejoran entre un 23% y un 62%, dependiendo del programa evaluado. De esta forma, las HNC, independientes de la capacidad intelectual, son, según la fundación, un determinante fundamental de los resultados educativos, laborales y de salud y, por tanto, del bienestar alcanzado en la etapa adulta de la vida.
Asimismo, el informe señala que la eficacia de los programas de Junior Achievement es mayor cuanto menor es la edad de los alumnos. Según Ildefonso Méndez, las HNC, que ahora no se trabajan en el colegio, «se pueden y se deberían enseñar desde edades muy tempranas, ya que está demostrado su importante impacto positivo en los cimientos del desarrollo cognitivo, emocional y social de las personas».
«Estas habilidades son moldeables a lo largo de la vida de una persona y además existe un efecto acumulativo demostrado, de manera que los estudiantes que han sido impactados por un programa de estas características, mejoran notablemente su capital cívico y habilidades que, adquiridas de forma temprana y sostenida en el tiempo, perduran un cuarto de siglo después», ha añadido Méndez.
El documento subraya también la existencia de un efecto multiplicador, de manera que cuantos más programas reciba el alumno, mejores serán los resultados. Este impacto es mayor en estudiantes que provienen de entornos socioeconómicos menos favorecidos y en alumnos con peor rendimiento, demostrando así que la educación emprendedora es una eficaz herramienta para luchar contra la desigualdad social y corregir futuras brechas salariales y de género en el ámbito laboral.
Los programas de Junior Achievement se basan en la metodología «aprender haciendo» en tres ámbitos: educación emprendedora, educación financiera y orientación laboral. En este sentido, su enfoque se centra en estimular y desarrollar competencias y habilidades que ayudan a alcanzar, según ha apuntado Méndez, «mejores resultados educativos, mayor empleabilidad, mayor remuneración, y con todo ello, un mayor bienestar social y calidad de vida».
«Hablamos de habilidades que se pueden trabajar desde edades muy tempranas, porque en el fondo emprender es saber planificar, saber inhibir decisiones, saber postergar recompensas, tener resiliencia, perseverar en objetivos a corto, medio y largo plazo. Y la transversalidad entre todo esto alcanza a los cimientos de los jóvenes», ha añadido Méndez.
Según el autor del estudio, el papel de los profesionales voluntarios es otro de los elementos fundamentales en la efectividad de los programas, «debido al componente motivador y a la conexión con la realidad laboral y empresarial que proyectan sobre los jóvenes.»Estos resultados buscan contribuir a mejorar la posición de España en los rankings del informe PISA, en los que en el año 2016 se situaba en los puestos 25 a 32 en Ciencias, Matemáticas y Comprensión lectora. Igualmente, la fundación ha asegurado que espera que esta metodología contribuya a reducir la elevada tasa de abandono escolar e nuestro país.
El estudio mide y evalúa el alcance de diez de los programas que imparte JAES en centros educativos públicos, privados y concertados de todas las Comunidades Autónomas y abarcando todos los ciclos educativos, lo que supone alcanzar a estudiantes con edades comprendidas entre los 7 y los 25 años. El trabajo se ha realizado a partir de los cuestionarios realizados en los dos últimos cursos a alumnos que han recibido algunos de los programas de la Fundación y contrasta los resultados con un grupo de control formado por alumnos que no han recibido ninguno de estos programas.