Este viernes se estrena IT. Una reedición de la película de Stephen King sobre un payaso asesino que al sector de los animadores y circenses no les ha hecho ninguna ilusión. El estigma que soportan estos profesionales de la risa está, en parte, basado en esta concepción de los payasos como algo que da miedo.
En realidad, los payasos de hoy en día no llevan máscaras ni utilizan ese maquillaje tan excesivo fuera del ambiente del circo. Su labor es la de traer la risa a niños y mayores. Una risa que puede salvar vidas y devolver las ganas de vivir a personas que están desesperadas, en campos de refugiados, en zonas de guerra o que llevan mucho tiempo hospitalizados.
La risa es la mejor terapia
La imagen terrorífica que tenemos de los payasos está solo en el imaginario colectivo. No hay más que ver a los clowns de Saniclown, una asociación que se dedica a llevar ilusión y juegos a los niños hospitalizados en España. Su ropa es brillante y colorida, bajo el brazo llevan juegos y canciones e inundan de risas las salas del hospital. Su sello inconfundible: una nariz roja de quita y pon.
«Trabajamos con niños que a veces tienen miedo de los payasos», explica a Teinteresa.es Verónica Macedo, directora y fundadora de Saniclown. Y cuando un pequeño desde su cama de hospital le dice «no me gustan los payasos», ella con una sonrisa responde «a mi tampoco» y se quita la nariz roja. La confianza con los pacientes es muy importante, asegura, y por desgracia esta situación es «bastante frecuente».
Desde su asociación han aprendido a seguir trabajando pese a encontrarse casos de coulrofobia (miedo a los payasos), sobretodo cuando hacen shows en el ala de psiquiatría. En su equipo hay gente de todo tipo, médicos, profesores de infantil y profesionales que, como ella, han ido al conservatorio y han estudiado artes escénicas. Todos ellos reciben la formación necesaria para entretener y divertir a niños y también a mayores. Hace poco han empezado a trabajar en la unidad de diálisis, donde hacen la espera más amena a pacientes que tienen que pasar cuatro horas, tres días por semana, enchufados a una máquina.
Un miedo que puede crear traumas
Verónica explica a este diario que tras ver el trailer de IT le ha parecido muy triste que se dé esa imagen de su sector. Un sector formado normalmente por voluntarios que dedican su vida a mejorar la de los demás. El problema de este tipo de películas, asegura, «es que los niños pueden ver el trailer» y al ser muy vulnerables a los estímules en la infancia «puede quedar como un trauma infantil cuando son adultos».
La Asociación Mundial de Payasos, por ejemplo, denunció hace unos días que el estreno de esta película estaba provocando problemas a sus trabajadores, hasta el punto de que había «espectáculos en colegios que han sido cancelados».
«Es por el maquillaje o la máscara», explica Verónica, «utilizan el tópico del payaso como un personaje esotérico que se esconde, que no se puede identificar quién está detrás». Esta artista profesional, que ha sido también profesora en la cátedra de clown en Argentina, explica que el personaje del payaso es muy antiguo y que ese maquillaje solo tiene sentido dentro del circo, donde las gradas están muy lejos y el actor está solo en el centro de la pista, sin apenas interactuar con nada.
«Fuera de este contexto resulta intimidatorio», asegura, por eso los payasos modernos han abandonado prácticamente las pinturas que tapan el rostro.
Pese a la estigma, la profesión de payaso sigue estando muy viva. «Estamos avanzando», dice Verónica con ilusión, «hay mucha vocación, si no se dedican a ello es por la falta de puestos de trabajo».