Nadie las defiende aunque los economistas siempre señalan que ni Fitch, ni Moody’s, ni Standard and Poor’s han creado el déficit, el exceso de gasto público que ahoga a Europa y también a Estados Unidos.
Recurrentemente, en las tertulias se recuerda su nacionalidad, estadounidense (aunque Fitch es francoestadounidense). Algunos economistas van incluso más allá. Es el caso del profesor de economía de la Universidad San Pablo CEU, José Villacis, que asegura que «desde hace 3 o 4 años, están siendo sometidas a diversos estudios. Y se está demostrando que manipulan y juegan con la información”.
Otros van más allá, Emmanuel Sales, director general de la Financiera de la Cité en París, ve las rebajas de la calificación de deuda como el fruto de “guerra económica entre una visión anglosajona y otra, europea”. Aunque, para ser justos, tampoco la administración Obama se ha visto siempre favorecida por las actuaciones de las agencias, también Estados Unidos perdió su triple A este verano.
Europa desconfía
En Francia uno de los países donde más se teme la pérdida de la triple A (Standard & Poor’s ya ha rebajado esa nota), el Senado ha pedido una investigación para conocer el “funcionamiento, la metodología y la credibilidad” de las agencias. Tiene su sentido si tenemos en cuenta que la pérdida de la máxima calificación crediticia, tiene un precio en términos económicos, y también políticos.
En Italia se ha llevado la sospecha un paso más allá. A consecuencia de la denuncia de dos asociaciones de consumidores, la Fiscalía ha abierto una investigación sobre Standard and Poor’s y Moody’s para determinar si incurrieron en juicios “falsos, infundados e imprudentes” a la hora de rebajar la calificación de la deuda italiana”. De hecho, sus oficinas en Milán han sido registradas varias veces.
Desde la Unión Europea, Michel Barnier, Comisario europeo de Mercado Interior, ya ha intentado que Europa regule el funcionamiento de las agencias, y ha solicitado la creación de una agencia de calificación europea y oficial.
En el Banco Central Europeo también se relativiza el poder de la ‘triple A’. Jörg Asmussen, miembro alemán del comité ejecutivo del BCE, ha cuestionado su papel durante la crisis: “Debido a que sólo hay pocas grandes agencias de medición de riesgo, existe el peligro de que al mercado, para calificaciones, funcione con perturbaciones porque hay poca competencia y las agencias son poderosas”.
Más allá de la hipótesis sobre ‘guerras económicas’, lo cierto es que a menudo se ha reconocido que el mecanismo de funcionamiento de las agencias las somete a un ‘conflicto de intereses’. Los Estados no pagan por la calificación, es un ‘servicio gratuito’, pero las empresas calificadas son también sus clientes. Eso, explica, según muchos, ‘errores’ pasados.