En 2011, la ‘primavera egipcia’ derrocó a un golpista, Hosni Mubarak, pero no consiguió desterrar la pobreza. Peor aún, ha aumentado. En un informe presentado el pasado mes de mayo por el Programa Mundial de Alimentos, los expertos destacan que “los desafíos macroeconómicos de Egipto han aumentado debido a la ralentización del crecimiento, el descenso de los ingresos y el paro”.
La llegada de Mohamed Mursi al poder supuso para la economía egipcia entrar ‘parada cardiorrespiratoria’. Los analistas siempre han denunciado la falta absoluta de una hoja de ruta, o siquiera de un plan económico por parte de su Ejecutivo.
El resultado ha sido el agravamiento de los tres grandes males egipcios: la inflación, el paro y la caída de la renta.
Mientras que los precios de los productos más básicos se han desbocado, los egipcios se han visto forzada a apretarse cada vez más el cinturón. El Ejecutivo ha suprimido las subvenciones a la electricidad y al gas, mientras que los productos lácteos y la carne han aumentado este año más de un 10%.
La inflación en 2012 fue del 12%, y en 2013, del 13%; sin embargo la renta de las familias, sólo el año pasado, se hundió un 11,4%.
Oficialmente, uno de cada cinco egipcios viven por debajo del umbral de la pobreza, con menos de 2 dólares al día, pero la realidad puede ser todavía más cruda. Muestra de ello, son las 4.000 comidas gratuitas que se reparten durante el periodo de Ramadán en la principal mezquita de El Cairo.
Lo mismo sucede con el paro. La tasa oficial, según la OCDE es del 12% de los 85 millones de personas que habitan el país, sin embargo, la propia organización reconoce que la cifra real puede ser bastante superior. Algunos investigadores han señalado que el desempleo rondaría el 18%, siendo el 40% de esos parados, jóvenes de entre 20 y 24 años.
La revolución no ha aportado bienestar, y de momento, ha salido cara. Egipto ya ha reconocido que entre 2011 y 2012, el coste económico de las revueltas, en términos de caída de ingresos fue de 7.500 millones.
El cambio de régimen ha disuadido a los turistas. Esta industria, que supone un 11% del PIB del país también ha caído. Se estima que en los últimos tres años, la actividad en las principales atracciones del país: El Cairo, Assouan y Luxor, ha descendido un 70%. Si en 2010 el país recibió 15 millones de visitas, en 2012 fueron cerca de 11.
Y mientras, la economía depende cada vez más del exterior y se asfixia.
El último de los golpes ocurrió en el mes de mayo, cuando la agencia de calificación Standard & Poor’s rebajó la calificación de la deuda soberana egipcia a bono de grado especulativo, ‘bono basura’.
La libra egipcia se ha depreciado con respecto a un dólar un 11% , con Mubarak ya caía, pero un 5%. La inversión extranjera no es ni la sombra de lo que fue. Si en 2006 llegó a sser de 10.000 millones, en 2012, apenas fueron 1.000 millones. Sólo a las compañías petroleras, el país debe 5.000 millones.
Países como Catar han intentado acudir en su ayuda. El emirato ha prestado 3.000 millones, y Libia 2.000. Todavía se espera una prometida ayuda del Fondo Monetario Internacional de 4.800 millones pero las discrepancias sobre las reformas a llevar a cabo a cambio del préstamo bloquean la ‘transferencia’. El bloqueo corre el riesgo de ser largo porque de momento en El Cairo antes que las reformas económicas, se han impuesto otras prioridades.