La fiesta, el flamenco, los toros, el sol… pocos países están tan marcados por los estereotipos con los que se les asocia como España. Un mal contra el que lucha, el periodista y escritor británico, William Chislett, con la publicación de su libro, “Spain what everyone needs to know”.
La portada es ya una declaración de intenciones: el toro de ‘Osborne’ junto con las aspas de molinos eólicos, modernos molinos de viento quijotescos.
Como anécdota, “el mito de la siesta”, dice Chislett que cita datos de la OCDE que afirma que los españoles trabajan más horas semanales que los alemanes. “Según la OCDE, los alemanes serían más perezosos”, bromea.
Escrito en inglés por encargo de la Oxford University Press, se puede adquirir en España. Como ha apuntado, en la presentación, el escritor Antonio Muñoz Molina, “estos libros son todavía más necesarios dentro, porque en nuestro país hay un problema de no observación de la realidad”.
Y es que a menudo, son los propios españoles los que perpetúan ideas que deforman una realidad rica. También nuestras instituciones, ‘viven’ de esa imagen. Como muestra, según ha recordado, Emilio Lamo de Espinoza, Presidente del Real Instituto Elcano, es la elección de un espectáculo flamenco en el Parlamento Europeo para introducir la ‘Marca España’, el pasado mes de junio.
1998, EL ORIGEN DEL ‘BOOM’ INMOBILIARIO
Chislett, llegó a España en 1974, y cubrió para el diario The Times, todo el proceso de la Transición. En doscientas páginas, hace un repaso del contexto social, político y económico español, desde la invasión árabe hasta la crisis presente. “El modelo económico basado en el ladrillo es la causa profunda de la recesión”, y tiene, según el escritor, su origen “en la aprobación de la Ley de Suelo del año 98, por el PP. Fue una mala decisión para España”, afirma.
Asegura que la crisis se produjo más por razones domésticas: “la pésima gestión de las Cajas, la falta de visión a largo plazo de los políticos, una crispación PP-PSOE mayor de lo normal entre dos partidos de la oposición”.
Para él, “la crisis ha sido como ver un accidente de tren a cámara lenta”, y la locura inmobiliaria, “la crónica de un fracaso anunciado”. Lamenta que tardaremos, y no será tan fácil cambiar ese modelo. Proyectos como Las Vegas Sand, o los recortes en I+D, no hacen más que retrasarlo.
NECESITAMOS UN NUEVO MODELO ECONÓMICO
Y es que “todavía tiene que surgir un nuevo modelo económico que sustituya el que se basa en el inmobiliario”, hasta entonces, el problema del paro persistirá.
Chislett aporta cifras de lo que ha supuesto el sector de la construcción: “de 3,7 millones de puestos de trabajo destruidos, 1,2 millones pertenecían a la construcción”.
Aunque se habla de brotes verdes, gracias a los últimos datos de las exportaciones y turismo, el periodista nos devuelve a la realidad porque “a pesar de lo que pregona el Gobierno, España no es un país exportador consolidado”.
NI LAS EXPORTACIONES NI EL TURISMO SOLUCIONARÁN EL PARO
El británico desmonta un mito reciente, “las exportaciones crecen pero es un sector que no puede crear suficientes empleos como para tener impacto en el desempleo, tampoco, el sector turístico”, apunta.
EL PROBLEMA DE LA EDUCACIÓN
Unido al problema del paro, se encuentra el de la educación. El autor de “Spain what everyone needs to know” cree que uno de los grandes errores cometidos ha sido invertir mucho en infraestructuras y demasiado poco en capital humano.
“Uno de cada cuatro jóvenes abandonaron los estudios prematuramente”, apunta, “los resultados de las pruebas Pisa son malos y ninguna Universidad española se encuentra entre las 180 más importantes del mundo”.
Y también destruye otra falsa creencia de la España de la crisis: “la migración española es pequeña, sólo el 2% de los españoles que residen fuera son personas que abandonaron el país a partir de 2009. Son menos del 0,1% de españoles”, afirma.
Sin embargo, cree que la crisis nos ha hecho progresar. “Uno de los puntos positivos es el cambio en actitudes públicas con respecto a la corrupción. Es un paso más en la Transición”, aunque reconoce que todavía “necesitamos una reforma de la ley de partidos” y terminar con el sistema de listas.
El escritor pasa su tiempo entre Madrid y un pueblo de Castilla La Mancha, donde él y su mujer compraron una casa en 1976. Recuerda que en esa época, no había teléfono, ni agua corriente y la escuela se caía a pedazos, “ahora ya tenemos agua, Centro de Salud, Internet de alta velocidad que a veces funciona mejor que en Madrid, una escuela moderna”.
Chislett entiende ese pueblo como la perfecta representación de la evolución de España, “mi pueblo es un microcosmos de la evolución española, representa España mejor que Madrid”. Para él, un síntoma del fin de la crisis, será cuando los hijos y nietos dejen de venir a “pasar las vacaciones al pueblo”.
NECESITAMOS REFORMA POLÍTICA
Con todo, su diagnóstico de nuestro tejido institucional es demoledor, “el Senado sirve para poco, el Tribunal de Cuentas es una farsa, y el CGPJ un nido de intereses políticos. No existe ningún organismo fiscalizador objetivo (…) Me molesta que se conozcan las filiaciones políticas de los miembros del Tribunal Constitucional o del CGPJ”, denuncia.
Quedan muchos cambios por delante, reformas que son más difíciles que las legales porque se trata de mentalidades.
El escritor recuerda con humor como un ministro británico dimitió hace poco porque se descubrió que había intentado ocultar ante los tribunales una infracción de tráfico y “poco más”. “En ese aspecto, España sí es diferente”, considera, “en este país todos somos víctimas y nadie asume su responsabilidad”, concluye.
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