Francisco Javier Aríztegui, exsubgobernador del Banco de España, afirmó este lunes que en España “hay hipotecas mal concedidas”, una práctica que se concentró, sobre todo, entre los años 2003 y 2006 cuando “se relajaron algunos criterios de concesión” de estos préstamos.
“Algún banco puede ser que diera hipotecas con alegría”, indicó el también expresidente del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) en la comisión del Congreso de los Diputados que investiga la crisis financiera y el recate a la banca.
Aríztegui aseguró que en España “no hay activos tóxicos”, entendidos como los instrumentos que provocaron la crisis de julio de 2007 en Estados Unidos y que terminó “estallando” en septiembre de 2008 con Lehman Brothers.
En España teníamos los créditos “de toda la vida, no hay grandes inventos financieros complejos”, señaló el exsubgobernador, quien agregó que se dieron préstamos a promotores inmobiliarios e hipotecas a familias. “Mejor dadas o peor dadas, la práctica bancaria habitual”, agregó.
En todo caso, señaló que los bancos siempre “tratan de hacer negocio” y “no conozco ninguna entidad que dé una hipoteca para ejecutarla en el futuro” porque “pierden dinero”. “Sería insensato”, subrayó.
En la época de la burbuja inmobiliaria, señaló, “hicimos excesos y los hemos pagado con sangre”. Pese a ello, defendió que el Banco de España estaba “muy preocupado” por la “hipervaloración de la vivienda” y en 2002 empezó a empezó a enviar recomendaciones a los bancos y se impulsaron provisiones, aunque “no fue suficiente”.
Era un problema, indicó, que “tenían que haber asumido todas las autoridades de la nación” y se tenía que haber puesto en marcha un “bloque importante de regulación” para contener la expansión inmobiliaria. “El Banco de España hizo lo que supo y pudo, pero no fue bastante”, lamentó el exsubgobernador.
Por otra parte, respecto al nivel de competencia en España, consideró que comparado con los países del entorno europeo “no estamos tan mal”. Además, recordó que la banca es un “negocio muy maduro que exige grandes unidades de producción para obtener economías de escala”. “Se necesita tamaño para competir”, añadió.