Japón está sorprendiendo a todo el mundo. Cinco meses después de su regreso al poder, el Primer Ministro, Shinzo Abe, estaría obrando un milagro. Ayer, el país presentó sus resultados de crecimiento. El PIB de Tokio ya crece al 0,9%. No es una cifra disparada, pero está por encima de lo que ostentan el resto de sus socios del G-7.
Abe, es precisamente portada de The Economist. El semanario británico lo retrata disfrazado de Supermán, pero con una Y de yen. Las claves de la política de Abe son, según The Economist, “un Japón próspero y patriótico”. “Ha puesto Japón en un régimen de «Abenomics», una mezcla de reactivación económica, gasto público y una estrategia de crecimiento diseñada para sacudir a la economía”, asegura.
Para The Economist, “Abe ha electrizado a una nación que había perdido la fe en su clase política (…) Con un índice de aprobación del 70%”. Económicamente, “desde que fue elegido, la bolsa se ha incrementado en un 55%. Y el gasto del consumidor impulsó el crecimiento en el primer trimestre a una tasa anualizada de 3,5%”.
El artículo destaca que “sacar a Japón de su crisis, es una tarea enorme. Después de dos décadas pérdidas, el PIB nominal del país es el mismo que en 1991, mientras que el Nikkei, incluso después de la reciente subida, está en apenas un tercio de su pico”.
Además, señala que el país tiene un problema demográfico con el envejecimiento de su población y “sus empresas han perdido ventaja innovadora”.
Con todo, según The Economist, “el nuevo modelo de Abe todavía tiene mucho que demostrar”. También señala que el plan del Primer Ministro tiene dos aspectos: “enriquecer el país y fortalecer el ejército” porque “Abenomics, con sus estímulos fiscales y monetarios, suenan como una doctrina económica, pero en realidad es más un plan de seguridad nacional”. Y el motivo sería entre otros, el crecimiento de China, al tiempo que la negativa a convertir Japón en “un siervo de Estados Unidos”.
Económicamente, como recapitula The Economist hay logros por delante, pero también quedan reformas pendientes. Con el gasto público adicional ha conseguido un yen más débil que impulsará las exportaciones. Debe hacer desaparecer el fantasma de la deflación e impulsar el consumo. Sin embargo, la impresión de dinero puede lograr el éxito sólo parcialmente, porque “con una deuda bruta del 240% del PIB, hay un límite a la cantidad de nuevos gastos gubernamentales que Japón puede permitirse”.
“El señor Abe debe llevar a cabo reformas estructurales, parte de su plan”. Ahora, según el semanario “nadie puede oponerse a un Japón más próspero que sería una fuente de demanda global”, aunque lo inquietante puede ser el nacionalismo.