Los dos ministros de la rama económica tienen la mala costumbre de hablar de los mismos temas el mismo día. Se divierten enmendánsose la plana el uno al otro, como si fuera lo más natural del mundo discrepar abiertamente desde la misma atalaya sobre los asuntos que conciernen al bolsillo de los ciudadanos. Esta vez le ha tocado el turno al IRPF.
En una entrevista concedida al diario »Cinco Días», Cristóbal Montoro deja el siguiente titular: «Quiero bajar los impuestos, pero no hay margen». Eso, antes de asegurar que aunque en 2015 se eliminará el recargo sobre el IRPF prorrogado para todo el ejercicio 2014 «es muy probable que abordemos una reforma del conjunto del impuesto». Es decir, que el Gobierno se está guardando un as en la manga ya se verá de qué mangnitud.
Y en esto entra en escena Luis de Guindos para vincular la desaparición del recargo que Montoro da por segura a que se cumplan las previsiones del Gobierno de un crecimiento de la economía española del 0,5% el año que viene. Poco importa que se muestre muy optimista sobre las posibilidades de conseguirlo; lo realmente relevante es que entre los dos ministros han creado más confusión de la que había hace 24 horas.
Nada nuevo bajo el sol en el cara a cara particular entre los dos pesos pesados económicos de Mariano Rajoy. Acabaremos pensando que es una estrategia bien definida para despistar al personal, para que no entienda nada. Ya ocurrió con el IVA, con las medidas de austeridad o con el reparto del ajuste adicional de 5.000 millones exigidos por Bruselas en 2012. Por lo visto, la batalla continúa.