Mantener la libra le costaría a una Escocia independiente, ceder parte de esa soberanía nacional, al menos la fiscal y bancaria.
Es la advertencia del Gobernador del Banco de Inglaterra que ayer realizó su primera visita a Escocia. Mark Carney, de nacionalidad canadiense, y en el cargo desde el mes de julio, lo tiene claro y cita como ejemplo la eurozona y sus problemas al defender su tesis.
En un discurso ante empresarios en Edimburgo, Carney aseguró que los problemas en la eurozona muestran «los riesgos» de tener una moneda en común sin una unión política.
EL EJEMPLO DE LA EUROZONA Y SUS PROBLEMAS
«La eurozona está empezando a corregir sus fallos institucionales, pero más allá, hay que tomar pasos muy significativos para ampliar la asunción de riesgos y compartir los recursos fiscales», explicó.
«Una unión monetaria duradera y exitosa exige alguna cesión de soberanía nacional», y «es probable que sean necesarios unos ajustes institucionales similares para sustentar una unión monetaria entre una Escocia independiente y el resto del Reino Unido«.
Es decir, si Escocia se independizara pero conservando la libra esterlina, debería negociar con el gobierno británico acuerdos en torno a una unión bancaria y fiscal. Exactamente como está haciendo ahora los socios de la eurozona.
De lo contrario, Carney ha advertido de lo que puede suceder: crisis de deuda, fragmentación financiera, y economías a dos velocidades.
LOS INDEPENDENTISTAS »QUIEREN» LA LIBRA ESTERLINA
El líder del gobierno regional escocés Alex Salmond, siempre ha defendido las ‘bondades’ de una Escocia independiente pero manteniendo la moneda británica.
Salmond, justifica seguir usando la libra por el alto nivel de integración y comercio entre Escocia y el resto del Reino Unido. Según Salmond, mantener la libra esterlina permitiría ahorrar en gastos de cambio, impulsaría la inversión, mantendría la movilidad laboral e impulsaría los intercambios comerciales y tecnológicos entre Reino Unido y Escocia.
TODO DEBERÍA NEGOCIARSE ENTRE PARLAMENTOS
Desde el Reino Unido, el ministro británico de Finanzas, George Osborne, ya ha advertido en más de una ocasión que la independencia sería «zambullirse en aguas desconocidas» y que no hay ninguna garantía de que ambas partes pudieran llegar a un acuerdo.
Y es que como ratificó ayer Carney, «cualquier acuerdo para que una Escocia independiente mantenga la libra tendrían que negociarlo el parlamento de Westminster (británico) y el escocés».
Los sondeos de opinión muestran que la diferencias se han ido recortado. El último sondeo de opinión conocido, elaborado por el instituto ICM y publicado el domingo en el diario The Scotsman, revela que el 37% del electorado es favorable a la secesión y un 44% se opone, con un 19% de indecisos. Los independentistas han ganado cinco puntos desde septiembre y todavía tienen mucho tiempo por delante: la consulta se realizará el próximo 18 de septiembre.