El objetivo de esta nueva disciplina es predecir el tipo de enfermedades que afectará a las cosechas para escoger aquellas variedades de cultivos que se verán menos afectados por los nuevos patógenos, como se hace en salud humana con la gripe.
Los esfuerzos irán dirigidos a conocer los mecanismos de defensa presentes de manera natural en las plantas y a entender cómo estos están determinados por un perfil genético concreto.
Combinando esta información con el perfil genético de los enemigos que han tenido a lo largo de la evolución, los investigadores esperan encontrar variedades de cultivos resistentes a las futuras plagas.
Las plantas que se pueden beneficiar más rápidamente de estos avances son la tomatera, el trigo, el maíz, la lechuga, así como otros frutos comunes en la dieta.