La decisión de Bruselas está supeditada al respeto por parte de la SNCF de una serie de concesiones cuyo objetivo es facilitar la entrada de nuevos operadores ferroviarios en las rutas Londres-Bruselas y Londres-París.
El Ejecutivo comunitario consideraba que la operación, tal y como fue inicialmente notificada, obstaculizara la entrada de rivales en estos mercados y limitara los servicios disponibles para los viajeros. Los problemas graves identificados afectaban al acceso a las estaciones en Francia y Bélgica así como a los centros de mantenimiento en Francia, Bélgica y Reino Unido.
Las concesiones ofrecidas por la SNCF, Eurostar y el operador ferroviario belga SNCB, que tiene un participación minoritaria, resuelven estos problemas, según Bruselas.