El Banco Santander ha presentado sus cuentas. Gana el doble que el año pasado. Y la pregunta que asalta a muchos de los que no pueden sostener sus negocios, o que no reciben del Estado los pagos a tiempo es la siguiente: ¿Qué hay de lo mío? ¿Por qué mi ventanilla de crédito no se abre? ¿Cómo me mantengo a flote en medio de la crisis, el aumento del IVA, la falta de ayudas y el crédito seco? ¿Cómo es posible que los bancos hagan negocio con la deuda pero no apuesten por el futuro del país, los nuevos o los que ya llevan años dentro de la aventura que es emprender? ¿Por que la Adminsitración tiene dinero para todo salvo para pagarme lo que debe?
La indignación es total. Y más cuando salen sus cuentas, positivas, batiendo récords, inmunes a la crisis. Y la pregunta es ¿dónde está el servicios social de los bancos? ¿Qué aportan a un país? Le ha pasado algo a Islandia por dejarlos caer. ¿Por qué los bancos alemanes tienen que cobrar sus deudas y el español de a pie tenerlas? Y la indignación no se va.
El juego de los bancos hoy se llama en la jerga financiera ‘carry-trade’ y parece un negocio redondo para los bancos europeos. Consiste en destinar el dinero conseguido en las subastas extra de liquidez del Banco Central Europeo (el LTRO), un billón de euros a tres años y al 1%, para comprar deuda soberana con similar vencimiento pero con unos intereses mucho más altos. Y a ganar dinero.
La ‘jugada’ molesta ya hasta al BCE en un momento en el que, aunque se hable de recuperación económica, se constata que el crédito no llega a la economía real. El corazón de esa economía, las PYMES, siguen ahogadas por esa la falta de crédito. ¿Alguien las hace caso? No. Y las listas de desempleo subne. Y los impuestos suben, y la indignación también.
Es cierto que a los bancos se les exige no arriesgar.
«Un celo insuficiente respecto de la solvencia de sus clientes podría aumentar las ratios individuales de morosidad, comprometiendo de nuevo su grado de capitalización y, en última instancia, su valor de mercado y los recursos que pueda recuperar el contribuyente ante una eventual venta por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB)».
Así que los nubarrones siguen ahí. Pero ¿Y la mala gestión quien la paga? ¿por qué los capos de las entidades pasean a sus anchas sin que nadie les ponga contra las cuerdas ante su responsabilidad?
El ICO es el resquicio que les queda a unos pocos valientes, pero es muy poco. El propio Gobierno recuerda que la gestión del ICO debe ser «sólida» e «integral» en todo lo que se refiere a los riesgos que asume, lo que es particularmente importante en relación con las refinanciaciones de créditos, con las que se debe «asegurar en todo momento un adecuado equilibrio entre los plazos de la actividad de préstamo y los de la financiación».
¿Por qué no sabemos exactamente lo que deben?
Según Enrique Pérez Hernández, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles, la banca española posee un tercio de la deuda soberana española en circulación. Son cerca de unos 300.000 millones de euros. Al mismo tiempo, nuestras entidades mantienen una deuda con el BCE de 246.200 millones. El desglose por entidades, tanto del montante de la cartera de deuda soberana como de la suscripción a los préstamos de la institución que dirige Mario Draghi, no son públicos. Nadie sabe por qué.
El 70% de los préstamos del ICO fueron en 2013 para microempresas y autónomos, y el 52% de las operaciones fueron por importes inferiores a los 25.000 euros. Para 2014, se habla de 16.000 millones de euros en préstamos. ¿Y los bancos? Bien gracias, ganando dinero sin riesgos. Ya arrancará España… pero hoy no toca.