Que Der Spiegel asegure en su último número que el BCE está preparando una compra masiva de bonos por si la situación lo requiere entra dentro de lo ranozable. Al fin y al cabo, el propio presidente de la institución, Mario Draghi, aseguró en la reunión de abril que hay unanimidad en la institución para tomar medidas no convencionales si es necesario. Hasta ahí, novedades las justas, nada que el mercado no sepa ya, salvo algunos pequeños detalles como que el programa podría incluir títulos privados o el reparto de las compras según países.
Lo realmente relevante es que 20 días de la cita de abril, la publicación alemana más influyente no recoge disensión alguna en el seno del BCE. Dicho de otra forma, uno de los medios más influyentes de Europa lanza el mensaje de que Alemania -o más concretamente el Bundesbank- sigue apoyando sin fusuras cualquier medida para frenar el fantasma de la deflación y, de paso, para debilitar el euro, algo que favorecería sin duda las exportaciones de la primera economía de la zona.
Dice Der Spiegel que la compra de bonos sería el último recurso, el clavo ardiendo al que se agarraría el BCE si la caída de los precios persiste en Europa después de la recién terminada Semana Santa. Que el BCE esté trabajando a tope en el diseño de un potencial programa de compras significa que no las tiene todas consigo. Toda la presión para Draghi, que ve como el hasta hace cuatro días acérrio defensor de la ortodoxia le deja las manos libres. En dos semanas, la solución.