Lo siento, Míster, no me gusta su equipo y no estoy de acuerdo en ese “todo sigue igual” que alientas desde la grada, por tu mala cabeza.
Verás, el discurso, ciento y pico millones después, no puede ser el mismo. Crecer, no sólo en centímetros para cabecear mejor, pasa por mejorar el juego, el trato al balón y la creación de jugadas de gol que no provengan de la necesidad de para el balón y subir a rematar los defensas.
El Atlético ha convertido un recurso en un mandamiento y así nos va.
Los que amamos el fútbol en sus muchas formas de expresarse, no podemos anatemizar el juego corto, ordenado, las triangulaciones, el pase al hueco y el regate. Cuando, presionados por el resultado, lo intentan los colchoneros el asunto pinta mejor.
Hay dudas, Simeone, muchas y si tiempo para solucionarlas nos llegan Sevilla, Juventud y Valencia.