Cuando se habla del juego del Barça de las últimas temporadas no se puede evitar compararlo con una orquesta perfecta. Se dice que Xavi es el que lleva la batuta y que él marca los tiempos de cada sinfonía-en este caso cada partido-. La próxima temporada, la orquesta culé va a tener un instrumento nuevo-que se llama Neymar-, y hay que saber tocarlo para que el ritmo de la melodía no se altere.
Lo fundamental es que no haya rencillas internas. Si el Barça se ha comportado como una orquesta hasta ahora es porque todos reman en la misma dirección. Si Xavi dice que ‘piano, piano’ se le hace caso y si hay ‘pianíssimo’ hay que adaptarse de igual forma y en todas las líneas del campo. Desde los violines de la zona defensiva a la percusión en la zona de ataque.
Si hay celos, envidias o comentarios del tipo «este compañero no me pasa el balón», la melodía desafinará, sonará forzada, como si los músicos no disfrutaran de su función dentro de la orquesta. Esto ocurrió antes de la llegada de Guardiola con dos ‘acordes desafinados’ que se llamaban Deco y Ronaldinho. En su presentación, Pep dejó claro que no los quería. Consiguió afinar al instrumento camerunés, Samuel Eto’ o, que gracias a los ‘arreglos’ musicales de Guardiola, se centró e hizo su mejor temporada.
Pero el instrumento no le sonaba bien al míster, le parecía que desequilibraba la orquesta a pesar de que la melodía gustaba al público. Parecía que no era suficiente, y quiso darle a la sinfonía un toque de música sueca con el fichaje de Ibrahimovic. La nueva melodía funcionó durante una temporada, pero al final, el nuevo contrabajo rompió cuerda y tuvo que ser sustituido.
Ahora el Barça tiene ante sí el reto de, al menos, mantener el ritmo de la música y mejorarla con un toque de samba brasileña. Si consigue equilibrar lo clásico con lo moderno, el resultado será inmejorable.