Los jugadores del Real Madrid han sellado un pacto de buena conducta por el que se comprometen a poner los intereses del equipo y del club por delante de los personales. Es algo que se daba por hecho al principio de la temporada, pero que en las últimas semanas se puso en riesgo. Se han tenido que volver a sentar para fortalecerlo. Se trata de una herramienta fundamental para evitar que los casos particulares acaben afectando al rendimiento del equipo, a la imagen del vestuario y a la relación con los aficionados. El »calentón» que sufrió Di María, exteriorizando su descontento por no jugar de titular los últimos partidos, ha puesto en alerta a los más veteranos, que han cogido este asunto como algo prioritario y han tomado una serie de medidas. Lo han hecho porque Florentino y Ancelotti también les han avisado de las consecuencias que tiene que cada uno haga la »guerra» por su cuenta. Está prohibido quejarse públicamente, poner malas caras, transmitir una imagen de desunión, egos y vanidades que debiliten al grupo.
Iker Casillas y Cristiano Ronaldo lideran este pacto. Han sido los encargados de hablar con Di María y con el resto de jugadores para hacerles comprender que las malas caras y una actitud inmadura puede llegar a destruir todo el trabajo de una temporada. Las dos últimas semanas se han vivido con inquietud en el vestuario de los jugadores y del cuerpo técnico. El buen ambiente se enrareció con las palabras amenazantes que llegaron desde Argentina del representante de Di María en las que hacía referencia a un problema con el presidente. A Ancelotti no le gustó nada que un caso personal eclipsara el asunto futbolístico. El entrenador se enfadó bastante en la rueda de prensa en Copenhague, el día antes de jugar el último partido de la fase de grupos en la Champions, cuando las preguntas giraron entorno a Di María. El técnico italiano salió del apuro como pudo y dijo que cualquier jugador tenía las puertas de su despacho abiertas para solucionar los problemas. En ese momento, el Real Madrid estaba cerrando una de sus mejores trayectorias en un inicio de la Liga de Campeones y las portadas las ocupaba Di María y su enfado. «Cosas como estas son las que no ayudan a ganarlos títulos», recriminó el técnico a la plantilla.
Ancelotti se lo comentó a los jugadores y les dijo que con los egos no se iba a ninguna parte, que si alguien tenía un problema debía solucionarlo dentro y no fuera. Casillas, que esta temporada tiene la experiencia de no ser uno de los indiscutibles, y Cristiano Ronaldo, que la pasada temporada reconoció en privado que se había equivocado cuando dijo que estaba triste, hablaron con Di María para tranquilizarle y hacerle entender que tenía que cambiar su actitud. Este paso al frente de dos de los jugadores con más peso en la plantilla sirvió para que otros se sumaran a un pacto en el que ha quedado claro que los trapos sucios se tienen que lavar en el vestuario, que es fundamental mantener la unión y ser una familia.
Es inevitable que en una plantilla con tantos buenos jugadores haya quienes se sienta decepcionados por no jugar todo lo que desean. No le ha pasado solo a Di María. En otra medida lo están sufriendo futbolistas como Illarramendi, Morata, Casemiro y Jesé. Con ellos también se ha hablado para que tengan paciencia y se sientan importantes. Si alguien sirve de ejemplo de cómo hay que comportarse es Nacho, el joven defensa que siempre tiene una buena cara y una excelente actitud. En Copenahgue tuvo que sustituir a Sergio Ramos, sancionado, y demostró su ambición en un partido en el que no había nada en juego.