No somos justos con »El Guaje», los años no pasan en balde pero el instinto queda y no hay que confundir su posición actual en el campo con la que le llevó a ser el mejor goleador español.
Cuando David dejó el Valencia rumbo al Camp Nou, sabía que su juego debería adaptarse a rutinas diferentes y que no caerían tantos goles, pero sí títulos. Pegado a la izquierda es menos letal pero aún así hizo más de un descosido en el área rival.
Llegado al Manzanares se encontró con Costa y le cedió el protagonismo ante el gol para quedarse con la nada desdeñable tarea de abrir huecos. Ha cumplido como el que más.
Ahora, la ausencia del hispanobrasileño le devuelve el protagonismo y la posibilidad de recordarnos que sigue siendo un depredador. Otro Diego, Ribas, le acompañará en el desafío. El brasileño vino enchufado pero se ha ido desconectando a medida que subía el nivel de exigencia. Al igual que el asturiano, hablamos de un tipo especial con marchamo de figura y, tarde o temprano, nos dejará ver su mejor cara.
No lo duden.