Antes era obligatorio recalar en Europa, lo que ahora evitamos. Ir a Alemania no significaba vivir en Alemania, era subsistir en España pero en territorio extranjero. Nunca aprendimos a hacer el apelstrudell, tampoco le dimos importancia a los blancos del Rhin, a las salchichas, o esa cerveza que bebían sin moderación.
Pero Alemania sigue siendo destino de nuestros anhelos, diferentes pero importantes. Merkel no nos quita la vista de encima, pero con un balón en los pies, hasta la canciller de hierro nos parece una monja de clausura.
Que Europa nos sienta bien es un hecho: Valencia y Athletic club acompañan a los colchoneros en unas semifinales que sólo dejan un resquicio para los portugueses para no abusar de españolismos pero sí de ibericopeninsularis.
Adrián sigue siendo imprescindible aún sin jugar al límite, Falcao tiene una novia que se llama gol y Diego ha nacido para hacer funcionar a este equipo que se crece con Tiago y se hace fuerte con Juan Fran, por mucho que esto le duela a Perea.
Partido peligroso, respuesta aceptable. Seguimos vivos y eso hay que celebrarlo.