La dimisión de Sandro Rosell como presidente no es la solución. La cuestión real, el motivo principal, el desencadenante de esta crisis está en la querella presentada por un socio, Jordi Cases, contra el presidente del club por la falta de transparencia en las cifras del fichaje de Neymar. El socio acusó de una ‘distracción’ de 40 millones de euros como parte de una comisión a la sociedad N&N (Neymar&Neymar).
El socio le pidió a Rosell claridad y recibió la callada por respuesta. No se la pidió un periodista. Es importante que quede claro que se la solicitó un socio. Y Rosell se amparó en unas cláusulas de confidencialidad. ¿Tan difícil habría sido para Rosell haberse reunido con Jordi Cases y haber mantenido una conversación, cara a cara, para conocer los verdaderos motivos que le llevaban al socio a conocer las cifras de la operación? ¿Si Rosell dudaba que detrás de esta querella existe un complot o una maniobra de desetabilización por qué no se echó en cara al socio?
Su negativa desembocó en la guerra de un socio contra un presidente. Y cogió el camino de la Audiencia Nacional. La pelota pasó al juez Pablo Ruz, que admitió a trámite la querella contra Sandro Rosell por haber cometido un presunto delito de apropiación indebida en el fichaje de Neymar.
Sandro Rosell pareció ‘reírse’ de la Justicia. Sí, parece fuerte decirlo, pero dio esa sensación en la rueda de prensa que ofreció el lunes cuando manifestó: “Pido al juez que me llame a declarar y que admita a trámite la querella. Todo está absolutamente impecable. Neymar costó 57,1 millones de euros y punto”. El todavía presidente del Barcelona se envalentonó y prefirió elegir este camino antes que el más sencillo y corto, que era hablar con el socio Jordi Cases.