Cuando Guardiola era entrenador del Barcelona perdió una Liga con una jugada de contraataque de Cristiano Ronaldo en el Camp Nou. Fue en 2012. Una acción con rasgos similares a la que protagonizó Bale en la final de Copa que significó el título. La obsesión de Pep Guardiola por desactivar el contragolpe del Real Madrid, principalmente, ha provocado que sus jugadores pasen por el ‘laboratorio’. El técnico del Bayern de Múnich trabaja con detalle cada uno de los movimientos milimétricos que tienen que hacer sus futbolistas, tanto con balón como sin él, para no verse sorprendidos por la velocidad y la pegada de Di María, Bale, Cristiano Ronaldo y Benzema. Una jugada eléctrica de Di María y Cristiano Ronaldo también le hizo perder una final de Copa contra el Real Madrid en 2011. También le preocupa Modric y su disparo desde larga distancia. Igual que las subidas de Carvajal o las de la banda izquierda, por la que espera que ataque Coentrao. Incluso cuenta con la aparición de los centrales (Ramos y Pepe) incorporándose al ataque y cabeceando en los saques de esquina.
Pep prepara un Bayern de laboratorio para evitar que Bale repita el golazo de la Copa
Alcanzar la perfección ha provocado que Pep utilice vídeos, pizarras y cuadriculas que inunda con esquemas en los que plasma el rectángulo del Bernabéu, metro por metro, y cómo se mueven, reaccionan y contragolpean las ‘balas’ madridistas. Las cabezas de los jugadores del Bayern son esponjas que absorben contenedores de información sobre el juego del rival blanco y cada paso que dan los futbolistas en el campo ya sea por el centro o por las bandas, por arriba o por abajo.
La meticulosidad con la que prepara Pep la táctica del partido del Bernabéu puede convertir a sus jugadores en robots. La mirada con la que clava sus ojos les inyecta la responsabilidad de no caer en el fallo. Un error puede ser un gol. La precisión y el rigor, junto con el físico, es el billete para estar en la final de Lisboa. El Guardiola más obsesivo, del que dicen en Alemania que no sale de su casa en el centro de Múnich nada más que para ir al entrenamiento, engrasa su máquina perfecta. No conoce la derrota en el Bernabéu como entrenador (cinco victorias y dos empates) y superar lo que logró con el Barcelona es su estímulo. Por eliminatorias como la que va a jugar contra el Real Madrid fichó por el Bayern. Se alimenta de este tipo de retos. Le fascinan y le quitan cantidad de horas de sueño.
El once es una incógnita por las distintas alternativas de jugadores que maneja. Su apuesta va encaminada a la siguiente alineación. Neuer, recuperado de sus molestias en el gemelo, en la portería. La defensa con Lahm, Dante, Boateng y Alaba. El centro del campo formado por Schweinsteiger y Kroos. Una línea de tres con Muller y Ribéry y Robben en las bandas. Mandzukic en la punta de ataque. Esto significa que Javi Martínez se quedaría en el banquillo. Pep ve más rápidos a Dante y Boateng para frenar a Cristiano, Bale y Benzema. Un 4-2-3-1 en el que tampoco tiene cabida el talento de Götze.
Los conceptos están claros. Guardiola quiere abrir el campo, la posesión del balón, velocidad en la circulación y mucha finalización. La recuperación tiene que ser lo más rápida posible cuando se pierda la pelota y, para ello, el equipo tiene que tener un buen físico y una buena actitud. La inspiración se la deja a Robben y Ribéry, de los que espera que se impongan en el uno contra uno.