Nueva victoria del Málaga y ya son tres en otras tantas jornadas. Sus nueve puntos no son una casualidad. Son fruto de un gran trabajo interno y psicológico de los entrenadores del conjunto andaluz, con Manuel Pellegrini a la cabeza.
Y es que, tras un ‘movido’ verano, los jugadores han afrontado el principio de temporada de una manera realmente madura, obviando los líos del jeque árabe y mostrándose igual de fuertes o más que el año pasado a pesar de las importantes bajas.
Esta vez, su víctima fue el Milan, el segundo club más laureado de Europa, palabras mayores. Pero no supuso ningún problema para el equipo malacitano, que lejos de amedrentarse, salió al campo cual troyanos dispuestos a morir por la victoria, un triunfo que permitiría a su afición presumir de haber derrotado a uno de los equipos más grandes de todos los tiempos.
Que el Milan no es el que era está claro. El equipo de Allegri se ha resentido mucho con las bajas de Ibrahimovic y Thiago Silva y con la lesión de Robinho no es el mismo ni de lejos. Los once que ‘pudo’ poner el técnico milanista en el campo hicieron lo que pudieron, pero teniendo a este Málaga enfrente, lo obvio es salir derrotado.
El conjunto entrenado por el chileno Pellegrini supo combinar la posesión del balón, la pérdida del respeto al rival y un grandísimo coraje para amarrar la victoria y conseguir así un triunfo histórico tanto para el club como para todos sus aficionados.
El gol de Joaquín en el minuto 64 demuestra la conexión equipo-afición de este año. El jugador gaditano recibió un espectacular pase de Iturra, que realizó un enorme encuentro, para batir por el palo corto a un inoperante Amelia. Con el gol, la Rosaleda estalló y coreó el nombre de su estrella, que junto con Isco conforma uno de los dúos más desequilibrantes de la historia del club malagueño.
La comunión con los jugadores, y sobre todo con Joaquín es tal, que ningún hincha blanquiazul señala al extremo andaluz por fallar dos penas máximas en la misma semana, ante Valladolid y Milán. Y es que el del Puerto de Santa María lo volvió a hacer. Falla un penalti y acto seguido se resarce con un golazo para dar la victoria a su equipo.
El otro día, con el penalti de Sereno a Saviola, Joaquín cogió el balón bajo el brazo hasta que el portero se fue hacia los palos. Era la gran oportunidad para remontar el partido, pero no era el día para meterlo y el envío se le fue alto. Pero Joaquín no quiso quedarse con mal sabor de boca y logró el gol del triunfo 3 minutos después.
Ante el Milán tampoco era el día para lanzarlo. Aun así, el extremo, lleno de confianza, se atrevió. Lo mandó alto, al larguero, pero la afición estaba tranquila. Tan sólo 20 minutos después, Joaquín remendaba su error para dar al Málaga una de las victorias más importantes de su historia.
Joaquín Sánchez Rodríguez, ese futbolista con igual talento para el fútbol como para el humor, que ya se ha hecho un hueco gigante en el corazón de todos los hinchas malacitanos y que pasará a la historia del equipo blanquiazul con su gol de esta noche.
Desde luego, Joaquín lo volvió a hacer, pero si vale para esto, que lo haga tantas veces como quiera.