Don Pedro Pidal y Bernardo de Quirós, marqués de Villaviciosa de Asturias, se convirtió en la primera persona en escalar el mítico Naranjo de Bulnes, en pleno macizo central de los Picos de Europa. El marqués, que llevaba tiempo preparando la escalada y recogiendo información sobre la cara más asequible para iniciar la escalada, supo del interés de otros alpinistas extranjeros y tuvo que apremiar su expedición.
“¿Dónde quedaría nuestro orgullo nacional si lo consiguieran? Hemos descubierto continentes y a pesar de ello todavía quedan lugares en España que no han recibido la llegada de los hombres. Mucho me temo que, para sonrojo y vergüenza nuestra, será un extranjero el primero que ponga el pie en la cumbre del naranjo de Bulnes. ¿Qué idea me formaría de mi mismo y de mis compatriotas si un día llegase a mis oídos la noticia de que unos alpinistas extranjeros habían hecho tremolar la bandera de su patria sobre la cumbre virgen del Naranjo de Bulnes, en España, en Asturias y en mi cazadero favorito de robeznos?”.
Hay que entender la exaltación patriótica del marqués situándola en su época, 1904, sólo seis años después de aquella fecha fatídica de 1898 en que perdimos nuestras últimas colonias, en una España decadente y desmoralizada, necesitada de glorias que infundiesen nuevos ánimos. La hazaña del marqués fue publicada por varios medios y calificada por todos ellos de hazaña. Algunos diarios, como el Época y la Correspondencia de España, publicaron la propia crónica escrita por el marqués, llena de emoción y de esfuerzo, como en el momento en que, al ganar cierta altura, una nube cubrió la montaña y ya no se veía el suelo ni la cima, como si estuviera suspendido del cielo. La noticia tuvo resonancia incluso en el extranjero. No en vano, el marqués era un reconocido político y aristócrata, amigo personal del rey Alfonso XII.