Entre el 2 y el 4 de agosto se celebrará en Río de Janeiro la 129ª Sesión del Comité Olímpico Internacional, en la que, entre otras cuestiones, se tratará la incorporación del surf al programa de los Juegos a partir de 2020, una decisión que Carlos García, presidente de la federación española de dicha disciplina, considera que es «una consecuencia lógica» porque «ha evolucionado en muchos aspectos».
«En los Juegos Olímpicos hay modalidades que llevan cientos de años ahí y que no han progresado o porque no se puede, o porque se han vendido mal. Pero se han quedado estancadas», señala García en una entrevista con Efe, y añade que «una de las cosas claras es que la gente está demandando otro estilo de deporte».
Junto al surf también está previsto que entre a formar parte de los Juegos, entre otras especialidades, el skateboard, motivo por el que apunta que al espectador «le gusta ver deporte del que forme parte el concepto de riesgo», algo por lo que califica de «inteligente» la propuesta de COI, y les augura «un éxito increíble» a ambas disciplinas.
El presidente de la federación de surf cree que este paso va a suponer dos cosas para estos deportes: por un lado, «un crecimiento importante», ya que van a tener una mayor difusión, y por otro un «doctorado», ya que se trata de la entrada «en la gran casa del deporte», y eso «siempre es un lujazo y un privilegio», apostilla.
En resumen ahonda en que van a ganar «todos», tanto el olimpismo, pues incorpora especialidades que «demanda la juventud», como las propias disciplinas, al alcanzar «ese grado de madurez organizativo» exigido por el COI.
Dentro del surf existe, por otra parte, una corriente «purista» que está en contra de la entrada en el programa olímpico al considerar que más que un deporte es «algo lúdico», relacionado con «el disfrute de la vida», pero esto es algo que Carlos García opina que «debe ir de la mano de la competición» porque el hombre y la mujer son «competitivos por naturaleza», como «ha venido demostrando la historia».
«Solo compiten alrededor del 8% de practicantes. Son una minoría, eso es cierto, pero estamos creciendo. La generación que está entre los 40 y los 60 años era menos competitiva, quizás porque no había tantos torneos, pero a los que ahora van los sábados a divertirse con sus amigos también les gusta la competición como ocurre en otros deportes», argumenta.
Por ello, se muestra «encantado» de que existan las dos corrientes, ya que «tiene que haber algún druida por ahí que guarde la pureza y la esencia», algo que «debería haber dentro de todos los deportes y de todas las actividades», esa «parte espiritual» que haga que «no sean todo cambios de normas o de medidas».
Además, detalla que el primer día «puede costar un poco de trabajo» entender los resultados, pero «hay deportes mucho más complejos», pues en el surf «solo hay una serie de figuras que puntúan como en la gimnasia artística», siempre teniendo en cuenta «aquella maniobra que esté hecha en el punto más crítico de la ola, así como el tamaño de la misma.
Asimismo, ahonda en que la puntuación siempre es «ecuánime» y, aunque no se comprenda a la perfección, lo que tiene el surf es la «espectacularidad» con la que engancha al aficionado, ya que «no es lo mismo ver ahora surf que hace tres décadas», al existir cámaras en la tabla, planos desde el cielo con drones o la posibilidad de «ver al surfista dentro del tubo», algo que antes era «imposible de apreciar».
«Eso creó una espectacularidad enorme. Además, el azul del mar es algo que hechiza, a mí me da la sensación que es algo que miras y te hipnotiza», subraya, y reitera que «va a ser un éxito» la evolución del surf de competición «no solo dentro del movimiento olímpico, sino también en otras competiciones como los Juegos Mediterráneos».
En cuanto a la logística, Tokio está barajando o bien instalar una piscina de olas o hacer uso de una de las tantas playas naturales de la isla, a raíz de que el problema del surf es que, por mucho que se monte una competición como los Juegos Olímpicos, es «imposible» conocer las condiciones meteorológicas a ocho años vista, al no saberlas los especialistas españoles «ni en el día a día».
«¿Va a haber olas? Quién sabe. Si a veces ni con veinticuatro horas de antelación somos capaces de predecirlo. Entiendo que no se puede crear todo un tinglado para luego llegar allí y que no haya olas. Por eso creo la piscina de olas existirá en Tokio o al menos la tendrán como alternativa», especifica, y sostiene que dicha instalación «siempre se va a rentabilizar», no como ha ocurrido con otras que han quedado abandonadas tras la cita olímpica.
La Federación Española de Surf, creada en el año 2000, guiará desde España a todos aquellos surfistas que quieran convertirse en olímpicos o paralímpicos, un apartado este último en el que han hecho un «esfuerzo importante», concluye, y augura un posible oro en 2020 de la mano de Aitor Francesena, conocido como «Gallo».