Alemania conmemora este miércoles, en medio de una polémica, el secuestro de los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, cuando once atletas israelíes fueron asesinados por un comando palestino.
Una ceremonia de homenaje a las víctimas se ha llevado a cabo esta tarde en el lugar donde concluyó trágicamente la toma de rehenes, la antigua base militar de Fürstenfeldbruck, 25 km al oeste de Múnich.
Los edificios públicos de Baviera han tenido las banderas a media asta y por primera vez se han expuesto las fotos de las 11 víctimas en la antigua torre de control del aeropuerto.
Alemania e Israel nunca olvidaron la «Matanza de Múnich», ocurrida el 5 de septiembre de 1972 al alba.
Ese día ocho miembros de la organización palestina «Septiembre Negro» penetraron en el apartamento ocupado por la delegación israelí en la Ciudad Olímpica, donde mataron a dos atletas israelíes y secuestraron a otros nueve.
El objetivo era obtener la liberación de 232 prisioneros palestinos.
La operación de rescate, organizada por los servicios de seguridad alemanes en la base militar, fracasó y culminó con la muerte de los nueve rehenes, un policía alemán y cinco miembros del comando y la detención de tres palestinos.
Pocos días antes de la conmemoración del cuadragésimo aniversario del drama, Israel desclasificó decenas de documentos que critican severamente el operativo alemán.
La República Federal Alemana no hizo el «mínimo esfuerzo para salvar vidas», estimaba uno de los jefes de los servicios secretos israelíes (Mosad) en uno de los documentos.
La lista de acusaciones incluye francotiradores equipados con simples pistolas, vehículos blindados que llegaron tarde y policías sin linternas para seguir los movimientos nocturnos de los comandos.
Algunos de los documentos dejan también en evidencia fallos en el dispositivo de seguridad israelí.
En julio pasado, el semanario Spiegel había reactivado la polémica acusando al Estado alemán de haber «maquillado» el fracaso de la operación.
Unos meses antes de la toma de rehenes, Baviera había advertido, en vano, a las autoridades federales sobre la posibilidad de actos terroristas durante los Juegos Olímpicos de Múnich.
El semanario recordó que la Villa Olímpica estaba protegida por una simple alambrada, sin otras medidas de seguridad.
El jefe de la policía de Múnich dijo en aquel entonces que temía que una fuerte presencia policial evocara el clima de los Juegos Olímpicos de Berlín, organizados por el régimen nazi en 1936.
Por su lado, el presidente del Comité Olímpico alemán había estimado que las medidas de seguridad no debían convertir la Villa Olímpica en un «campo de concentración».