Se volvió loco. Así se puede calificar el enfado de Ferguson fruto de la expulsión de Nani. El entrenador del Manchester, con cara de hombre tranquilo se levantó, bajó a la carrera por el banquillo y abrió los brazos indignado. Pero Sir Alex no se conformó con eso, salió al área técnica, del que no se movería en lo que quedaba en el partido, y señaló al árbitro en cada acción que señalaba.
Pero Ferguson se bloqueó, hizo los cambios tarde y mal. Rooney salió y su presencia fue testimonial. Ya era imposible. Su equipo estaba físicamente agotado y en el banquillo no tenía soluciones o mejor dicho, no tenía jugadores mejores de los que había en el campo. Pero es que los del campo no podían.
Con los cambios, Mourinho le dio una lección táctica a Ferguson, que no supo reaccionar. Al final del partido se fue con cara de pocos amigos. Masticando chicle y con mirada desafiante a la cámara. Esperó en la caseta de del vestuario, pero respiró hondo y se metió en el vestuario para no tener más probelmas. Bastantes tuvo en lo futbolístico.