No hay nada como ver a Elinor Dashwood descargar el ahogo que lleva dentro cuando Edward Ferrars le dice que no hay ninguna señora Ferrars… lo que significa que no está casado. Porque la joven Elinor está profundamente enamorada de Edward, pero había sepultado esos sentimientos al entrar en conocimiento, de manera absolutamente equivocada, del supuesto matrimonio de su amado.
Y entonces, cuando él acude a verla y ella se entera de que no está casado, toda esa angustia estalla y le provoca un llanto entrecortado que en el fondo denota un alivio enorme y unas ilusiones renovadas. Y en ese momento, a una le entran también ganas de llorar después de todo el sufrimiento de Elinor, que había visto cómo se le escapaba el amor de su vida ante sus ojos.
Entonces Edward le dice: «He venido aquí sin ninguna esperanza; sólo para afirmar que mi corazón es, y siempre será, suyo«. Y esa ternura con la que lo dice emociona tanto que no hace falta ver nada más. Tampoco la película, protagonizada por Emma Thompson y Hugh Grant, lo muestra; sólo las palabras de la pequeña Margaret Dashwood, que no pierde detalle de lo que ocurre desde su cabaña en el árbol: «¡Se está arrodillando!».
O como esa primera declaración de Darcy y ese beso que sólo se adivina entre los dos, cuando Darcy le reconoce a Elizabeth que ha tenido que luchar contra sus propios sentimientos pero finalmente le reconoce: «Luché en vano pero ya no puedo soportarlo. Quiero dejar todo eso de lado y pedirle que acabe con mi agonía. La quiero. Con el mayor ardor. Hágame el honor de aceptar mi mano».
Y hay otro gran momento de los que a una le cortan la respiración en ‘Orgullo y prejuicio’. Aquél en el que, casi sin darse cueta, Elizabeth nota cómo Darcy le coge la mano para ayudarla a subir al carruaje. Eso hace tambalearse a Elizabeth; hasta entonces había considerado a Darcy un engreído y soberbio, pero se da cuenta de la delicadeza de ese detalle y la desconcierta. Y se le queda mirando, pero él, dentro de su altanería (que esconde una tremenda timidez), le retira la mirada.