Según Cañamares, la mayoría de los trabajadores se incorporan al su puesto sin problemas tras su vacaciones, «lo único que se siente es el sueño del primer día y el esfuerzo que hay que realizar al cambiar las rutinas como madrugar o aguantar al jefe, algo que no tiene mayor importancia», añadió el experto.
Por eso, el psicólogo recomienda a las personas que finalizan sus vacaciones que el primer día de trabajo «piensen en que el empleo nos aporta un sueldo, un contacto con los compañeros y un puesto en la sociedad y, que en tres o cuatro días, se ha pasado».
El verdadero síndrome postvacacional, según el psicólogo, lo padecen las personas que han sufrido mobbing, quienes «ven el trabajo como una amenaza, como un acoso y como un ataque». En ellos, el síndrome «se detecta por los altos niveles de ansiedad y depresión que presentan» al volver al trabajo.
En ese caso, las soluciones son más complejas según Cañamares, quien ha asegurado que «quienes verdaderamente sufren el síndrome van a necesitar tratamiento psicológico y hasta farmacológico», y ha aconsejado a los afectados «denunciar a la empresa o al jefe que le está acosando».