El cineasta más internacional de Marruecos, Nabil Ayouch, está a punto de estrenar «Razzia», una película coral donde todos los personajes se enfrentan a una sociedad que no les permite vivir según sus deseos o su identidad.
La película, que se estrenará en Marruecos el 14 de febrero y un mes después en Francia -aún no tiene fechas en España ni América Latina- fue proyectada hoy en una sala de Casablanca en un pase especial para la prensa.
La trama del filme se compone de varias historias: un maestro que se ve obligado a enseñar el árabe en un valle bereber; un homosexual despreciado por su padre y su barrio; un empresario judío exitoso que por su religión no consigue relacionarse con el otro sexo o una mujer moderna cuyo marido resulta ser mucho más tradicional de lo que aparenta su medio social.
Hay varias tramas secundarías más que se entrecruzan sin conexión y a veces sin secuencia lógica, todo ello con el telón de fondo de una ciudad (Casablanca), que en los días en que transcurren las distintas historias vive sacudida por manifestaciones y disturbios que recuerdan a la primavera árabe y que desembocan en una violencia ciega.
«No es que haya muchos temas -dice Ayouch a Efe-; en realidad hay uno solo, contado de diversas maneras: es la incapacidad de las personas en el Marruecos actual para expresarse tal como son, para aceptar al otro en su diferencia y convivir con él. Somos un país de muchas identidades, y esa es nuestra riqueza».
«Borrar esa diversidad -reflexiona- conduce a frustraciones y al odio, que luego degeneran en violencia», dice Ayouch, cuyas películas precedentes («Los caballos de Dios», Espiga de Oro en el Festival de Valladolid en 2012; o «Much Loved», prohibida en Marruecos en 2015) también hablaban de intolerancia, de frustraciones y de violencia.
Pero Ayouch aclara que su nuevo largometraje «habla del estado del mundo», aunque se desarrolle en Marruecos, el país que le «inspira» y que le «hiere»; para el cineasta, en el mundo entero se aprecia actualmente una vuelta al comunitarismo y al repliegue identitario, «que están engendrando populismos y demagogias».
Ayouch ha realizado algunas de las películas más exitosas y exportadas del cine marroquí de los últimos años, tratando siempre asuntos tabúes o difíciles, como la vida de los niños de la calle («Ali Zaua»), la atracción de los jóvenes por el yihadismo («Los caballos de Dios») o la prostitución de muchachas marroquíes en manos de acaudalados árabes del Golfo («Much Loved»).
Precisamente esta última (premiada en el Festival de Cannes) fue prohibida por el gobierno islamista en 2015 por la crudeza del lenguaje, su contenido sexual y la imagen que transmitía de la mujer marroquí; tres años después, un organismo oficial marroquí eligió «Razzia» para representar al país en los Óscars: «Está bien, ahora por lo menos puedo dirigirme a mi público natural», comenta.
Ayouch se congratula de este cambio, pero tiene un juicio matizado sobre la evolución de las libertades en el país con respecto a hace diez años: por ejemplo, cree que hay más libertad de expresión, pero también que la presencia social de la mujer ha ido en regresión; en todo caso, considera que el país está «muy por delante» sobre el mundo árabe en derechos y libertades.
Ayouch considera que la clave de todo cambio está en la educación, y lanza una diatriba contra la arabización de la escuela marroquí (entendida por la entrada del árabe clásico para desplazar al francés, emprendida en los años ochenta) «con consecuencias que solo podemos ver treinta años después».
La película «Razzia» se distribuirá en Europa (Francia, Bélgica y Suiza, por el momento), sino también, y esto es una primicia para una película marroquí, en un gran número de países árabes.
Por Javier Otazu