Científicos de las universidades de A Coruña y Vigo, así como del CESGA, han celebrado hoy el éxito del lanzamiento del satélite GAIA, el telescopio más complejo de la historia de Europa, que despegó a bordo de una lanzadera rusa Soyuz desde el Centro Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa.
El satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA), que ha tardado 20 años en desarrollarse gracias a un presupuesto de unos 1.000 millones de euros, ayudará a comprender el origen y la evolución de nuestra galaxia a través de un catálogo del uno por ciento de sus astros.
Su misión es censar mil millones de estrellas y forjar un mapa en 3D de la Vía Láctea.
Transcurridos 41 minutos y 59 segundos desde el despegue a las 09.12 GMT, los científicos han dado por concluida la misión de lanzamiento entre aplausos, abrazos y expresiones de alivio.
En la Universidad de A Coruña (UDC), una treintena de personas ha elegido el champán para brindar por la misión tras el despegue, pues se ha retransmitido en directo en la Facultad de Informática, donde un espontáneo aplauso ha seguido a los instantes de tensión previos al lanzamiento del satélite.
Para realizar la clasificación de las estrellas se necesitará procesar en paralelo gran cantidad de datos, y en esta tarea el CESGA colaboró con un grupo de investigadores del Laboratorio Interdisciplinar de Aplicaciones de la Inteligencia Artificial (LIA2) de la UDC liderados por Carlos Dafonte y Diego Fustes, que han colaborado con Ana Ulla, especialista en Astrofísica en la Universidad de Vigo en un algoritmo de clasificación de estrellas.
El algoritmo fue probado con éxito sobre un catálogo existente de cinco millones de estrellas dentro de la plataforma Hadoop on demand del CESGA y, en el futuro, este mismo algoritmo, servirá para procesar la información generada por Gaia y realizar una clasificación no supervisada de las estrellas de la Vía Láctea.
Los científicos gallegos han asegurado tras el lanzamiento que están «muy contentos» porque hoy ve la luz un trabajo de ocho años que ha culminado con éxito, ha asegurado la astrofísica Minia Manteiga de la UDC.
Minia Manteiga, Bernardino Arcay, Carlos Dafonte, Diego Fustes, Ángel Gómez y Alejandra Rodríguez por la UDC y Ana Ulla por la Universidad de Vigo, junto con Diego Ordóñez que ahora trabaja desde Suiza, han visto en directo cómo se materializaba su trabajo.
«Estamos muy contentos porque ha salido todo bien, lo cierto es que llevamos unos días relajados, hubo tensión hace unos meses cuando se canceló y se aplazó la misión por un fallo en un transponder y después también surgió un problema con los fotómetros, pero desde que supimos que funcionaba ya estábamos tranquilos», ha explicado Manteiga.
Desde la UDC esperan «que descubra objetos que no se han podido observar nunca», pues «nunca se había hecho un atlas del cielo tan completo» en el que «España tiene una participación importante», pues ha diseñado «paquetes de software que permitirán identificar cuerpos celestes, saber qué son, a qué distancia están y cómo se mueven».
«Esta universidad tiene un componente tecnológico importante, este proyecto siempre ha contado con el apoyo de la universidad, es importante de cara al exterior que se vea que se realizan este tipo de iniciativas, éxitos grandes que nos dan ganas de seguir trabajando», ha subrayado.
A partir de ahora, el telescopio continuará viajando durante cerca de un mes hasta una órbita situada a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra en uno de los llamados puntos de Lagrange, que proporciona un emplazamiento estable e idóneo para las observaciones que efectuará el satélite.
Allí Gaia comenzará a escudriñar la galaxia con dos telescopios con un plano focal combinado, diez espejos redondeados, un fotómetro, un espectrómetro y un astrómetro que le conceden una precisión que le permitiría ver nítidamente desde la Luna un escarabajo que caminase por la Tierra.
Esa tecnología, basada en carbono de silicio, se empleará para cartografiar la Vía Láctea en tres dimensiones y elaborar un censo de unas mil millones de estrellas, el uno por ciento de las que pueblan nuestra galaxia, observando alrededor de setenta veces cada astro durante cinco años de vida útil.
Los científicos esperan también que el satélite descubra otros millones de objetos celestes, como planetas situados fuera del sistema solar, estrellas fallidas (enanas marrones) o asteroides.
Además, las mediciones de GAIA servirán para ratificar la Teoría General de la Relatividad, enunciada por Albert Einstein, pues las fotografías que envíe el satélite reflejarán las curvas del efecto de la gravedad, como predijo el premio Nobel hace más de un siglo.
Dentro de unos cuatro meses, superadas todas las adaptaciones técnicas, el GAIA empezará a enviar información válida a la Tierra, que será recuperada por las »radioantenas» de 35 metros de diámetro de Cebreros (España) y New Norcia (Australia) y procesada por computadoras capaces de realizar seis billones de operaciones por segundo.
El procesado de información es colosal porque los datos que enviará el satélite equivaldrían a 2.000 años seguidos escuchando música o la información que puede almacenarse en unos 250.000 DVD.
La primera versión de su catálogo celestial estará disponible dentro de dos años, pero habrá que esperar cerca de una década para disponer de la versión con la precisión definitiva.
Gaia aportará 10.000 veces más información que su antecesor, el satélite Hipparcos, que se lanzó en 1989 y cartografió 100.000 estrellas.