Las lesiones medulares producen paralisis totales y parciales en los miembros. Estos monos con la médula dañada han conseguido andar gracias a un chip inalámbrico en su cerebro que interpreta sus ordenes y envía impulsos eléctricos a sus músculos para que se muevan.
Es la primera vez que se consigue un avance como este en animales tan similares al ser humano como los primates. Estos monos no podían andar, su médula no era capaz de conducir las órdenes de su cerebro. Para conseguir recrear esas señales artificialmente y «hacer entender» a los músculos cómo tienen que moverse, estos científicos suizos diseñaron un chip inalámbrico.
Aplicación en humanos
Este pequeño aparato se coloca en la corteza del cerebro de los animales y cuando piensan en realizar el movimiento envía unas señales que estimulan unos electrodos conectados a los músculos de la pierna. No hacen falta cables.
«Han demostrado que los animales pueden recuperar no solo la cordinación sino también la función de soportar peso sobre la pierna, que es importante para la locomoción», dice la neurocientífica Gaurav Sharma en una entrevista con la revista Nature.
Este tratamiento podría suponer una gran mejora para los pacientes inmóviles. El neurocientífico al mando de la investigación, Grégorie Courtine, ya ha comenzado las pruebas en Suiza utilizando una versión mejorada de esta tecnología en dos personas con daños medulares.
Las aplicaciones en humanos son mucho más complejas, explica Courtine, ya que la «codificación» del cerebro es mucho más complicada. En el estudio que ha comenzado en Suiza, los macientes tienen implantados los generadores de impulsos eléctricos musculares, lo que les ayuda a estimularlos, pero todavía este prototipo no incluye el microelectrodo, por lo que no pueden controlar el movimiento aún.
Experimentos «emigrados» a China
Solamente después de haber conseguido este logro con los primates Courtine ha conseguido permiso para seguir desarrollando su investigación en Suiza. Según la revista Nature, el equipo de neurocientíficos se desplazaba todas las semanas a China para realizar las pruebas con los monos.
En Europa la legislación es tan restrictiva con la experimentación en primates que les salía más rentable realizar los experimentos en Beijing pese a pertenecer a una universidad Suiza. A veces el equipo tenía que ir y volver de China en un mismo día.
«Pero ha merecido la pena», dice Courtine.