Después de año y medio «recomponiéndose» tras su inesperado despido al frente del Español, Juan Carlos Pérez de la Fuente ha encontrado su obra perfecta para volver a dirigir teatro: «Óscar o la felicidad de existir», una metáfora, escrita por Eric-Emmanuel Schmitt, que enseña que hay que echarle coraje a la vida.
Pérez de la Fuente (Talamanca de Jarama, Madrid 1959) regresa a los escenarios con una obra que es, dice en una entrevista con EFE, «una lección de valentía frente a las adversidades de la vida», como la que él sufrió en sus propias carnes cuando fue despedido del Español.
En 2016, tras llevar frente al Español desde 2014, Pérez de la Fuente, que había sido elegido para el cargo en un concurso público, fue despedido por «un cambio de estrategia en relación con el modelo de gobernanza de los teatros», según explicaban entonces desde Madrid Destino, encargada del recinto escénico.
El despido, que posteriormente fue declarado improcedente, fue para el director, «una factura durísima de la vida».
«De la noche a la mañana te ves en la calle, emocionalmente tocado y, cuando crees que estás al límite, al mes de mi salida, le da a mi padre un derrame cerebral», detalla.
Después, y cuando Pérez de la Fuente ya estaba «negociando la hipoteca con los bancos», recibió la oferta de realizar «Oscar o la felicidad de existir»: «una obra que supone una metáfora de la vida, donde la valentía y coraje se enfrentan a los problemas de la crisis actual».
«Oscar o la felicidad de existir», la adaptación al teatro de una novela del propio Schmitt, es la historia de un niño de diez años enfermo y la de la voluntaria que le visita todos los días en el hospital.
Comparten los últimos doce días de la vida de Oscar, tejiéndose entre ambos una relación que irá introduciendo al público en los misterios de la existencia.
Según el director, «la trama exige que tengas una mirada distinta, y está dirigida a un público adulto».
«Es posible que el público sienta un extraño pudor, ya que la obra juega con la vida, utilizando la religión como camino y respuesta a las palabras prohibidas del hombre», apunta Pérez de la Fuente.
La protagonista es Yolanda Ulloa, que asume diez papeles y confiesa que esta obra es «el reto que estaba buscando», un ejercicio de amor, «un tema tan crudo que al final impacta como un meteorito en tu ser».
«Jamás pensé que la vida iba a regalarme papeles tan emocionantes», asegura la protagonista al recordar su actuación en «Los Amores de Anatol», en la que interpretó a seis mujeres: «supone un equilibrio enorme ejercer este trabajo tan desequilibrado».
El teatro, afirma, «jamás morirá, ya que es un ejercicio de libertad y superará todos los vaivenes que haya en la vida. Si pretendes que el teatro vaya por donde no tiene que ir, el teatro te dirá: ‘no, por aquí no'».
Una afirmación que respalda Pérez de la Fuente, para quien el teatro «empieza a saber que no hay que casarse con nadie, que no hablamos de izquierdas o derechas».
«Cada vez me interesa menos la ideología y más las personas. A los políticos habría que ponerlos en cuarentena», añade y anuncia que en el futuro realizará su proyecto de «Macbeth» -que no pudo hacerse por su conflicto con el ayuntamiento- y que la reina será también Yolanda Ulloa.