El Juzgado de Instrucción 8 de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) ha acordado este martes mantener en prisión provisional a los dos investigados por la muerte en 2017 de otro guardia urbano, en un caso conocido como el crimen de la Guardia Urbana.
En un auto recogido por Europa Press, la magistrada señala que hay indicios contra los dos sospechosos, Rosa P. y Albert L. –ambos policías de la Urbana–, de su presunta participación en el homicidio o asesinato y mantiene su situación de prisión provisional, acordada el 16 de mayo de 2017.
Según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), la magistrada lo ha decidido tras las comparecencias separadas de cada uno de los sospechosos para la prórroga de la prisión provisional solicitada por Fiscalía.
La jueza recuerda que la madrugada del 2 de mayo de 2017 en el domicilio de la investigada en Vilanova, ambos sospechosos presuntamente acabaron con la vida de la víctima –con quien Rosa P. mantenía una relación sentimental desde 2016– y que, la noche del día siguiente supuestamente trasladaron el cadáver en coche hasta una pista forestal en el área del pantano de Foix, donde presuntamente prendieron fuego al vehículo con el cuerpo en su interior.
«CONSTANTES CONTRADICCIONES»
Ambos investigados se han acusado mutuamente, y mientras Albert L. ha cambiado su versión en varias declaraciones, la jueza destaca que Rosa P. «ha incurrido en las constantes contradicciones a medida que iba avanzando la instrucción, cambiando en varias ocasiones su versión», y que no facilitó el acceso a su teléfono móvil, entre otros indicios.
Además, resalta que en ningún momento Rosa P. denunció la desaparición de la víctima y que siguió haciendo vida normal en los días siguientes, llevando consigo el móvil del fallecido «haciendo llamadas al mismo e incluso contestando los whatsapps que éste recibía».
Otro de los indicios contra la investigada es que, tras una diligencia de investigación, hallaron manchas en la puerta de acceso a un baño de su domicilio que «practicado el correspondiente informe biológico, éste dio como resultado que se trataba de sangre y que pertenecía, en un alto porcentaje, al fallecido».
«PARTICIPACIÓN ACTIVA» DE ÉL
En Albert L., excompañero del fallecido, la jueza ve indicios –aunque no pruebas– de que tuvo una «participación activa» en la muerte del hombre, e indica que ha cambiado su versión en varias declaraciones de los hechos.
Tras analizar testimonios y conversaciones, el auto considera que éste «contribuyó a elaborar un plan para tratar de atribuir las sospechas de lo acontecido bien a una supuesta red criminal, bien a la expareja de Rosa P.».
La noche en la que presuntamente se produjo el crimen, Albert L. explica que ella lo llamó, le dijo que su pareja la había agredido y le pidió que saltara una valla para acceder a la casa, y que después le confesó haber matado al hombre, lo llevó al coche, del que goteaba sangre, y al abrir ella el maletero vio el cadáver, tras lo que supuestamente se fue.
La jueza duda de por qué el acusado saltó la valla, «pudiendo ser una de las posibles respuestas el hecho de que supiera que estuviese todavía vivo», aunque podría estar adormilado por alguna sustancia.
También cuestiona por qué no se halló sangre en la habitación en la que presuntamente se produjo la muerte, como habría ocurrido si lo hubiera tenido que arrastrar hasta el coche ella sola: «La ausencia de vestigios al respecto conduce a sospechar que el cuerpo fuera trasladado en volandas hasta el vehículo», por lo que habría participado una segunda persona.
FASE FINAL DE INVESTIGACIÓN
El asesinato, presuntamente cometido por la novia del agente y el examante de ella, se encuentra en la fase final de la instrucción y será juzgado por un jurado popular.
El fiscal presentará su escrito de acusación próximamente y después será el turno de los escritos de las defensas, mientras que con el auto de concreción de hechos se cerrará la tramitación en el Juzgado de Instrucción.
Uno de los interrogantes en el caso, como señala la magistrada en su auto, es que «no ha podido determinarse la causa concreta de la muerte, o más específicamente, el mecanismo causal, debido ello al estado del cadáver, prácticamente, calcinado en su totalidad».