La Justicia aún no se ha decidido. ¿Son los tuits ofensivos un delito? ¿Son libertad de expresión? ¿Son un atentado contra la dignidad de las víctimas (como los chistes de Irene Villa)? ¿Tuiteros famosos sí, gente de a pie no?
Twitter es un medio «nuevo» y parece que trae de cabeza a los jueces españoles. A falta de una legislación concreta para los mensajes ofensivos en Internet los magistrados van a ciegas, aplicando al caso concreto como pueden las herramientas que tienen.
Los chistes sobre Irene Villa que publicó el concejal de Ahora Madrid Guillermo Zapata llegan mañana lunes a la Audiencia Nacional para abrir un nuevo capítulo en el que promete ser uno de los debates jurídicos del siglo XXI. Los tuits están ahí y es obvio que han ofendido porque sino no se habrían denunciado por las asociaciones de víctimas.
La exposición pública como detonante
La Fiscalía no acusa a Zapata. Solamente la Asociación de Víctimas “Dignidad y Justicia” lo hace. Y pide para el concejal un año y ocho meses de prisión. Ante esta disparidad de opinión entre las acusaciones cabe preguntarse si este caso hubiese llegado a la Audiencia de no ser Zapata concejal.
Los tuits que se juzgan son de hace cinco años. Zapata los escribió cuando apenas tenía unos cientos de seguidores en su cuenta. Pero cuando se convirtió en concejal su exposición pública hizo que los tuits volviesen a la palestra y desencadenó las denuncias. Esta es una de las principales preguntas que se solventarían con una legislación concreta, ¿influye la exposición pública a lo ofensivos que sean o no los tuits?
Precedentes y contradicciones
Hay precedentes de personalidades públicas. Es el caso de César Strawberry, el cantante de Def con Dos, que fue juzgado y absuelto hace unos meses. Se le acusaba de enaltecimiento del terrorismo por unos tuits en los que alababa a los Grapo y se burlaba de algunas víctimas de ETA. Durante el juicio aseguró que estos tuits se enmarcan dentro de su “creación artística y satírica”. La Audiencia le dio la razón y consideró que no provocaban el discurso del odio.
Zapata no podrá alegar lo mismo. No es un artista sino una figura pública, pero entonces: ¿tuits de Irene Villa para unos sí y para otros no? Esta es otra de las preguntas que deberá responder la Audiencia Nacional después del juicio.
El Supremo opina diferente
Pero el de Strawberry no es el único juicio a los tuiteros que hemos visto. Esta misma semana el Tribunal Supremo, la última instancia española y el encargado de sentar jurisprudencia, lo dejó muy claro: “El discurso del odio no está amparado por la libertad de expresión”.
El Alto Tribunal confirmaba la condena a año y medio de prisión al poeta Aitor Cuervo Taboada por delito de enaltecimiento del terrorismo y menosprecio a sus víctimas. Cuervo tuiteó en 2013 cosas como estas: «A mi no me da pena alguna Miguel Ángel Blanco me da pena la familia desahuciada por el banco», «Dos noticias, una buena y una mala: La buena, en La Carolina (Jaén) le han quemado el coche a un concejal pepero. La mala, el pepero no estaba dentro”.
“Objetivamente las frases encierran esa carga ofensiva para algunas víctimas y laudatoria y estimuladora del terrorismo que a nadie escapa. Las explicaciones a posteriori no tienen capacidad para desvirtuarlas”, dice el Supremo.
Esta vez, y siendo igualmente un miembro de la “comunidad artística”, al poeta no le sirvió la defensa de la “libertad artística y satírica” que sí le concedieron a Strawberry.
Enaltecimiento, ¿sí o no?
Estos dos casos evidencian las contradicciones a las que se enfrenta la Audiencia Nacional, pero también la falta de seguridad jurídica a la que tienen que hacer frente los tuiteros.
Hasta que se redacte una regulación que permita a la Justicia homogeneizar criterios, los magistrados tendrán que analizar caso por caso la carga ofensiva de los tuits y los argumentos de los acusados.
Lo que ocurra a partir de mañana en el juicio a Zapata sigue siendo por ahora una incógnita.