Con motivo del próximo aniversario del accidente en la central nipona, a raíz del tsunami que siguió a un terremoto de 9 grados de magnitud en la escala Richter, la organización asegura que la industria nuclear y los organismos reguladores de los distintos países han respondido con «revisiones exhaustivas» y ajustes que aportarán a la energía nuclear «incluso mayor seguridad», para que el uso de esta tecnología de energía limpia continúe su crecimiento a nivel mundial.
El tsunami del 11 de marzo, que dejó cerca de 20.000 muertos, también expuso las vulnerabilidades de la seguridad de la planta de Fukushima Daiichi en el peor accidente nuclear desde el de Chernobil, en 1986.
De este modo, aunque la radiación de la central no produjo ninguna muerte ni cualquier tipo de afectación esperable al público ni a los trabajadores de la central, la evacuación preventiva de 100.000 personas ha supuesto severas consecuencias sociales y económicas.
Además, la WNA señala que, como secuela de Fukushima, el resto de países del mundo que utilizan la energía nuclear han revisado sus políticas energéticas y «salvo unas pocas excepciones», han reafirmado sus compromisos con esta fuente de energía baja en carbono.
A este respecto, apunta que las «rigurosas» pruebas de resistencia han sido aprobados por la mayor parte de las centrales nucleares y que tanto los reguladores atómicos como los líderes de esta industria han re-examinado sus capacidades de respuesta incluso en sucesos altamente improbables.
Sin embargo, la organización subraya que varios países que han «sucumbido a la reacción violenta en contra de la nuclear, ahora se enfrentan a proyecciones de una energía a precios más altos, a más emisiones de dióxido de carbono mientras buscan formas alternativas a la nuclear».
En este contexto, con motivo del primer aniversario del accidente de Fukushima, el director general de la WNA, John Ritch, ha manifestado que la confianza de la sociedad en la energía nuclear a nivel mundial fue comprensiblemente sacudida por Fukushima», sin embargo, añade que, tras la reflexión, la población puede estar confiado de la ausencia de daño alguno para la salud incluso en este extremo, un suceso de elevada improbabilidad y que también por parte de la industria ha logrado «concertar un esfuerzo mundial para reforzar la seguridad nuclear incluso más allá».
Asimismo, ha apuntado que países como Alemania demostrarán «pronto» la irresponsabilidad económica y medioambiental cometida al permitir a sus políticos establecer importantes políticas nacionales de carácter energético justo «en medio del ataque de pánico».
Por el contrario, Ritch ha elogiado la postura de numerosos líderes nacionales quienes de forma sosegada revisaron sus estrategias energéticas han reafirmado la conclusión a la que habían llegado antes de Fukushima: que la energía nuclear es «la única fiable y una fuente de energía baja en carbono expansible que puede ser utilizada de forma segura para alcanzar la energía limpia que sea necesaria».
En la actualidad hay 435 reactores nucleares operando en todo el mundo, otras 60 se encuentran en fase de construcción y 150 más figuran en etapas avanzadas de planificación.