Los últimos datos desvelan que nuestro Sistema Solar estuvo sometido a un período de agitación caótica en origen, antes de asentarse en la supuesta estabilidad que vemos hoy.
Nuestro propio hogar, el planeta Tierra– el lugar perfecto para que la vida naciera y evolucionara – tuvo mucha suerte de sobrevivir al caos y la destrucción que acompañó al nacimiento del Sistema Solar.
Así lo asegura a la BBC el doctor Christopher Watson, de la Universidad de Queen, en Belfast, cuyo trabajo está a la vanguardia de la investigación en los exoplanetas, los nuevos mundos extraños descubiertos, que ponen luz sobre el comienzo del Sistema Solar.
En los últimos años la búsqueda de exoplanetas se ha disparado. Desde que el primero de ellos fue descubierto en 1995, los astrónomos de todo el mundo han estado buscando esos planetas similares a la Tierra, que podrían albergar vida.
La cifra de planetas descubiertos desde entonces es asombrosa. Hasta el momento, más de 1.800 planetas han sido descubiertos en órbita alrededor de otras estrellas en nuestra galaxia (la cifra más reciente de la NASA es 1.816 planetas alrededor de 1.117 estrellas).
Y aunque no es ninguna sorpresa para los astrónomos que existan estos planetas, sí lo es en cambio que muchos de estos exoplanetas parecen romper todas las reglas. El doctor Watson reconoce que «estos planetas no se parecen en nada a nuestro Sistema Solar».
Demasiado cerca de estrellas
Watson destaca los llamados «Júpiter calientes», unos planetas gaseosos gigantes, que se mueven en órbitas imposibles cerca de su estrella. El problema con estos planetas salvajes es que parecen romper las leyes de la física. Simplemente no es posible estar tan cerca de una estrella.
Pero, si se eliminan los imposibles, entonces lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad. La sorprendente conclusión alcanzada por el doctor Watson y otros colegas suyos es que los planetas se formaron más lejos, y después »emigraron» a donde los vemos hoy en día. Cambiaron de órbita, por raro que parezca.
Esta idea de que los planetas pueden cambiar órbita, moviéndose más cerca o más lejos de su estrella, revolucionó la astronomía y dio lugar a una de las más grandes replanteamientos desde la época de Copérnico y Galileo.
Por ejemplo fue lo que llevó a astrónomos como el doctor Kevin Walsh, del Southwest Research Institute en Boulder, (Colorado, EEUU), a cuestionarse todo lo sabido sobre el nacimiento y evolución de nuestro propio Sistema Solar.
Desde los tiempos de Galileo, se ha supuesto que los planetas de nuestro Sistema Solar siguen órbitas fijas estables. Asumimos que los planetas se formaron cuando los encontramos ahora – del polvo y el gas sobrante cuando el Sol estalló en vida. Hemos asumido que nuestro Sistema Solar tiene, por cuatro y medio millones de años, ha sido un remanso de paz, estable durante un tiempo suficiente para permitir la vida evolucionando en la Tierra.
Desde el descubrimiento de la migración de los exoplanetas, los científicos planetarios han propuesto nuevos modelos para la formación de nuestro Sistema Solar. Lo que sugieren es que, lejos de ser un sistema pacífico y estable con órbitas fijas, nuestro Sistema Solar experimentó períodos de caos, con Júpiter amenazando la existencia de otros planetas, entre ellos la Tierra.
Según el doctor Walsh, Júpiter podría haber emprendido un viaje salvaje a través del Sistema Solar, extendiendo el caos, impidiendo el crecimiento de Marte y esparciendo todo a su paso. Con un planeta del tamaño de Júpiter viajando libremente a través del sistema de planetas, el resultado estaría lejos de estar claro.