La Conferencia de Durban contra el cambio climático empezó con mal pié y los acontecimientos no han mejorado.
De un plan ambicioso para recortar las emisiónes de dioxido, se ha pasado a una mera prórroga del Protocolo de Kioto hasta 2017. La única pequeña concesión que se ha podido obtener durante estas jornadas organizadas por Naciones Unidas, ha sido el compromiso por parte de China, de aceptar que se entablen conversaciones sobre un nuevo pacto que obligue legalmente a todos los grandes emisores de gases.
Estados Unidos, el otro gran emisor de dióxido junto a China, sigue negándose a firmar cualquier tipo de compromiso, mientras reclama que se superen las distinciones entre países desarrollados y países en vías de desarrollo, con respecto a las limitaciones de Kioto.
El clima de frutración que ha planeado a lo largo de todas estas jornadas de conversaciones ha desembocado en la renuncia de Canadá. En estos tiempos, preocuparse por el cambio climático bajo estas circunstancias, parece un lujo. El ministro canadiense de Medio Ambiente, Peter Kent, no lo ha dicho con esas palabras, pero eso es lo que parecía pensar al declarar que «alcanzar los objetivos de Kioto en 2012 sería el equivalente a quitar cada auto, camión, tractor… o cerrar todo el sector agropecuario y cortar la calefacción en cada hogar, fábrica y edificio de Canadá».
Para el gobierno de Kent, la salida de Kioto supone un ahorro importante de dinero ya que al no poder cumplir los objetivos de reducción fijados (un 6% de las emisiones desde 1990) y haber incluso, aumentado las emisiones, debía pagar una cuatiosa multa que equivaldría a 1.180 euros por familia.
Canadá se convierte así en el primer país que se desmarca »a posteriori» de este tratado. Según su ministro de Medio Ambiente, »el problema es que Kioto no funciona», y reclama también, un nuevo acuerdo »global» para todos los países.
La reclamación del acuerdo global, de los países de norteamerica, aduce la caducidad de unas consideraciones especiales hacia países que por ser considerados »naciones en vías de desarrollo» pueden permitirse una mayor cota de emisión. Unas concesiones que fueron acordadas hace una década y en otras circuntancias económicas.
El primer país en reaccionar al retiro de Canadá ha sido China que ha calificado la decisión de «lamentable», que va «contra los esfuerzos de la comunidad internacional».