Martiño Rivas (antes conocido como Martín Rivas) no va de culto, es culto. Y eso se nota a la hora de enfrentarse a una entrevista con una educación exquisita. Lo primero que hace es pedirnos disculpas por haber tenido que cancelar la entrevista un día antes por un problema de salud. Y es que Martiño no es el típico guaperas (y guapo es un rato) salido de una serie de éxito dispuesto a comerse el mundo a costa de lo que sea y al precio que sea.
Se toma las cosas con calma y mantiene un halo de timidez que le hace pensar al máximo sus respuestas, utilizar un lenguaje cuidado a pesar de hablar de forma atropellada, citar a clásicos del cine y el teatro que muchos de su generación ni sabrán quiénes son y con un sentido del humor de ese que no sabes si está hablando en serio (muy »british» o muy gallego) o en broma.
Ahora, el actor de 28 años se mete en la piel de un clásico entre los clásicos: Romeo. Es el protagonista de la coproducción que Telecinco estrena este martes 21 de enero a las 22:30 horas, »Romeo y Julieta», y nos ha contado qué ha supuesto para él este trabajo y cuáles son los sueños que le gustaría cumplir tras haber »superado» esa fase en la que pudo morir de éxito tras »El Internado» pero salió adelante con la cabeza bien alta tras unos meses de retiro londinense.
¿Cómo es meterse en la piel de un clásico como Romeo?
Cualquier personaje que te toque interpretar yo siempre lo asumo con cierta responsabilidad. Pero sí que es verdad que en este caso era muy especial por todos los antecedentes, por toda la dimensión icónica que tiene Romeo, porque todo el mundo tiene en su imaginario particular un boceto o una imagen idealizada de cómo es o cómo debería ser Romeo.
Entonces es un riesgo como actor el ser consciente de que va a ser difícil contentar a todo el mundo. Pero por otro lado yo creo que si le das la vuelta a la moneda todos llevamos a un Romeo o a una Julieta dentro. Así que una vez que llegué a esa conclusión me sentí bastante liberado. Al fin y al cabo no deja de ser la historia de dos chicos que están enamorados. Así que intentar trascender esa dimensión casi mitológica que ha cobrado la historia y los personajes, intentar traerlos un poco a pie de calle y ponerles un poco de huesos y carne y alma humana a estos chicos.
Hay Romeos míticos, como DiCaprio en el cine, ¿te has inspirado en alguno de ellos?
La película de Lurhmann es un referente. Pero nosotros queríamos contar nuestra propia visión de la historia o por lo menos ayudar al director a plasmar la suya. Sí me he visto muchas películas y versiones pero porque podían encerrar claves a la hora de interpretar ciertas escenas que no sabía muy bien cómo resolver. Pero hemos intentado hacer la historia nuestra y eso es lo bonito, que te den la libertad para hacer tuyo el personaje y no tengas que limitarte a hacer fórmulas ya predeterminadas. Así no habría mucho disfrute.
¿Cómo es entonces tu Romeo?
En realidad la trama es muy fiel a la historia original, hay ciertas modificaciones en tramas secundarias o algún personaje, o el hecho de que nosotros no hablamos en verso. No llega a ser un lenguaje coloquial del todo, pero sí que está bastante cotidianizado aunque utilizamos algunas reminiscencias al pasado, algunas estructuras en desuso. Mi personaje es la historia que conocemos todos, pero sí que he intentado poner algo de mí en él también.
No has grabado en verso, pero sí en inglés. ¿Cambia mucho a la hora de enfrarte a un personaje?
Profesionalmente es lo primero que hago en inglés. Ha sido muy bonito y curioso porque cuando trabajas en un idioma que no es el tuyo exige un plus de esfuerzo, porque hay una parte de tu cerebro que tiene que estar centrada en reproducir inflexiones que no son las tuyas naturales, en reproducir fonemas, el acento… Y sobre todo tienes que saberte muy, muy bien los diálogos y llevarlos muy interiorizados.
Pero también para mí resulta muy liberador. Yo lo comparo con ponerte una máscara de la Comedia Dell’Arte. Notas que el lenguaje se apodera de ti en ciertos aspectos y te ves haciendo sonidos o gestos que son tuyos pero que estaban ocultos, en letargo… y eso es precioso como actor, el sorprenderte a ti mismo.
Esta coproducción te abrirá muchas puertas en otros países, ¿te apetece trabajar fuera de España?
A mí lo que me encanta es trabajar y cuesta muy poco convencerme para que participe en algo, agradezco enormemente que mi cabeza esté ocupada. Me resulta difícil no tener un hueso que roer. Así que agradezco que se confíe en mí y yo trato de hacerlo lo mejor que sé para que me sigan echando huesos y estar entretenido. La verdad es que el hecho de trabajar en España, en Galicia, fuera… me busco los frijoles donde sea. Lo que quiero es contar historias y trabajar con gente interesante así que el lugar dónde tenga lugar el rodaje, es secundario para mí.
«Me costó digerir el éxito de »El Internado»
¿Has aprendido a sobrellevar la fama que te superó con ‘El Internado’?
Soy un chico tímido y sigo aprendiendo de esto. Noto que cada vez me molestan menos estos zapatos. Pero igualmente el grado de popularidad se ha vuelto mucho más asequible. Hubo una época con ‘El Internado’ en la que todo se fue un poco de madre o, mejor dicho, fue un fenómeno que costó digerir y que sí que fue a nivel del tipo de target de público al que estaba destinado, fue una relación muy intensa. Y yo creo que nos costó un poco a todos procesarlo y hacernos a ello. Ahora me siento muy cómodo, la verdad.
Tras la serie te fuiste a Londres, ¿qué aprendiste de esa etapa lejos de casa?
Fue maravilloso, fueron doce meses increíbles que no podría sintetizar en una frase. Me ha aportado mucho como actor, fue un aprendizaje extraordinario y sobre todo fue muy saludable a nivel mental el hecho de volver a empezar, de distanciarme de todo lo que había conseguido y lo que me había sucedido para tomarme un respiro y verlo a través de otro prisma. Ganar cierta distancia con respecto a los acontecimientos fue muy saludable y hasta terapéutico.
«Hacer »Cuestión de altura» es lo mejor que me podía pasar»
Ahora también estás en el teatro con ‘Cuestión de altura’, ¿te sientes bien sobre las tablas?
Es lo mejor que me ha pasado en p… la vida (risas). Así de claro. Es de lo más gratificante y enriquecedor que me ha pasado. No es un hueso para roer, me han echado todos los huesos y tengo mucho para entretenerme. Es un espectáculo muy especial y me he sentido más involucrado que nunca. Hay mucho del directo y mucho del otro actor, Tomás Pozzi, que es uno de los actores que yo más admiro y al que he estado ‘persiguiendo’ mucho tiempo, soy uno de sus grandes admiradores porque creo que es uno de los actores más inquietantes que hay sobre el escenario y yo me moría de ganas por trabajar con él.
¿De qué va la obra?
Interpretamos los dos a un mismo personaje. Es un tío bastante desagradable porque es racista, clasista, misógino… Vamos, ¡una joya! Es un competidor nato y una noche llega a casa muy borracho después de haber estado con la novia de su mejor amigo y al despertarse se da cuenta de que él ya no es él, su voz no es la suya, su identidad tampoco… Y tendrá que hacer un ejercicio de introspección y autoanálisis para ver qué ha pasado. Es una poco la premisa dramática de ‘La Metamorfis’ de Kafka pero en clave de comedia muy macabra. Es un viaje de ácidos, en realidad, y es muy física y por eso tengo el cuello hecho polvo, los tobillos y medio cuerpo (risas). Pero nos lo estamos pasando muy bien.
No te hemos visto mucho en el lado más cómico, ¿aquí vemos a un Martín distinto?
Es una apología del exceso y nunca había hecho nada que demandase tales cantidades de energía. He dejado de ir a correr al Retiro porque ya no me hace falta, terminamos sudando a chorros.
Siempre has dicho que te encantaría dirigir. ¿Con qué sueñas ahora mismo profesionalmente hablando?
Me encantaría dar con un grupo de gente con mis gustos y la misma visión de lo que debería ser el teatro y cómo se deberían contar las historias en un escenario. Hacer algo como lo que pasó con Animalario en los años 90 para el teatro en España. Dar con un grupo con las mismas inquietudes y ganas para desarrollar nuevas dramaturgias y espectáculos, y aportar un poco al mundo de las tablas en España.
Por lo que dices parece que donde eres realmente feliz en el teatro…
El teatro es maravilloso cuando está bien hecho y cuando crees en lo que estás haciendo. Cuando te toca hacer algo que no funciona y notas que el público no está respirando como debería, es también muy frustrante y exige un ejercicio de valentía y coraje saber que al día siguiente te vas a ver en la misma situación. Puede ser también muy doloroso. Pero cuando está bien hecho es lo mejor que te puede suceder.
Pero me gustaría encontrar a un grupo como yo para contar historias en un escenario porque sería para mí muy ingenuo pensar en hacerlo en cine o televisión donde los costes de producción son inasumibles y no se pueden asumir los riesgos creativos que se asumen en el teatro precisamente por eso. En teatro solo necesitas un texto, un actor y un espectador, y ya se produce esa magia. Es una realidad mucho más tangible que lo otro.