Cuanto más avanzados sean los robots menos trabajo habrá para las humanos. Es un clásico del pensamiento obrero que ya surgió durante la primera revolución industrial y vuelve a estar sobre la mesa. Sobre la mesa del Parlamento Europeo.
En un documento al que ha tenido acceso Teinteresa.es, el Comité de Legalidad de la Cámara comunitaria defiende que las empresas que usen AI (Inteligencia Artificial, con sus siglas en inglés) coticen en la Seguridad Social por sus «trabajadores robóticos». Es una forma de salvaguardar el statu-quo y el sistema de pensiones, pese a que, como puntualiza Tim Worstall en la revista Forbes, los robots no se ponen enfermos y mucho menos se jubilan.
¿Cómo calcular los impuestos a pagar?
Entre 2010 y 2014 las ventas de robots han aumentado alrededor de un 20%, según el informe de la UE, y el número de patentes de tecnología robótica se ha triplicado. Esta «nueva revolución industrial», como se refiere el documento a la eclosión de la robótica, «no dejará ni un solo estrato de la sociedad sin tocar». Y qué parte de la sociedad hay más importante que los impuestos.
«¿Quién pagará las cotizaciones? ¿Será el fabricante de los robots, el dueño de la máquina o el empresario que los utilice en su fábrica como si fuese maquinaria?», se pregunta Worstall.
Las conclusiones de la Comisión plantean una posibilidad que afecta directamente al empresario: «Las empresas deberán estar obligadas a notificar el número de »robots inteligentes» que utilicen; la cantidad de dinero ahorrado en seguridad social al reemplazar personal humano con robots; y la cantidad y proporción de beneficios que consigue con el uso de robots e inteligencia artificial».
El empleo y la desigualdad
El uso de robots en los próximos años y el desarrollo del AI significaría muchos avances: beneficios en eficiencia y ahorro, no solo en la producción y el comercio, sino también en areas como el transporte, los avances médicos, la educación o la ganadería.
Pero lo cortés no quita lo valiente. Europa afronta una situación económica que amenaza sus pensiones, con una esperanza de vida cada vez mayor, una natalidad en descenso y un Estado del Bienestar que se engrosa paulatinamente. «El desarrollo de Inteligencia Artificial puede suponer que una gran parte del trabajo hecho ahora por humanos sea reemplazado (…) suponiendo un problema para el futuro del empleo y la viabilidad de los sistemas sociales si los impuestos actuales se mantienen», dice la propuesta. «Esto creará un aumento potencial de la desigualdad y la falta de distribución de la riqueza», advierte.
Una regulación preventiva
Si bien es cierto que la Inteligencia Artifical aún no ha llegado a los extremos que plantea la Comisión, el debate está servido. El Viejo Continente nunca se ha caracterizado por su «rapidez» a la hora de legislar, por eso el documento recuerda a los legisladores que «muchas jurisdicciones extranjeras como Estados Unidos, Japón, China y Korea del Sur ya están empezando a considerar acciones regulatorias respecto a los robots».
Esta es una cuestión que plantea varias incógnitas: ¿tendrán los robots responsabilidad civil o penal– si un coche autónomo causa un accidente, por ejemplo- o serán considerados simples máquinas?, ¿deberán pagar impuestos dependiendo de las horas que trabajen o de los puestos que »roben»?, ¿si son capaces de tomar «decisiones autónomas», deberán seguir reglas éticas concretas? y sobre todo, ¿cómo afectará a la economía europea?