Es la revolución de los tejidos. Al futuro ya le queda poco para llegar a nuestras camisetas, vestidos y abrigos, y pronto la tecnología no la llevaremos en nuestros bolsillos: la llevaremos en nuestros cuerpos. «Estamos en un punto muy interesante», explica Marina Castán, profesora e investigadora en moda y textiles de la Escuela Superior de Diseño ESDi, «hay muchas empresas y diseñadores que están intentado sacar al mercado productos que combinan tecnología en sus textiles», explica.
«En el deporte tenemos ya camisetas que monitorizan el rimo cardíaco desde casa o fibras conductoras que se comunican con aplicaciones móviles. Ya hay también prendas que permiten compartir datos en distintas redes, que exploran cómo nos relacionamos entre nosotros«. Como explica Castán, estas nuevas tecnologías, que están revolucionando nuestras vidas, o lo harán próximamente, «se están democratizando cada vez más, con tecnologías cada vez más fáciles de usar».
Pero Castán matiza «no lo veremos de manera inmediata, tendremos que esperar a un futuro cercano, unos cinco o diez años». Aun así, los primeros pasos ya están dados. «Ralph Lauren ya sacó prendas que combinaban esta tecnología, y Decathlon también sacó al mercado camisetas con aromas, que tenían aloe vera en la fibra y con el uso liberaba el aroma», cuenta. «Pero no acaban de integrarse».
Que los primeros pasos estén dados no implica que el futuro esté ya aquí, cuenta Castán. «La cosa no acaba de funcionar, no basta con que las cosas estén bien hechas, también hace falta que se creen prendas que la sociedad integre«. La aceptación por parte de la población, cuenta, es uno de los grandes obstáculos para poder ver un futuro textil más revolucionario aún. «Todavía hace falta encontrar esa aplicación definitiva que acabe por ser integrada en la sociedad».
Las reticencias, cuenta, son muchas: «Hay muchos factores y la estética es una: no acaban de crearse prendas que uno espera, porque al final a todo el mundo le parece muy interesante, pero una persona elige la ropa que se pone por comodidad, por confort». Hace falta avanzar un poco más para «que la tecnología no resulte molesta». «Otra cuestión es la sostenibilidad, hay que tener cuidado con los productos, porque tienen que tener un acabado químico. La sostenibilidad es una de las cuestiones a resolver».
Falta, además, cierto espíritu emprendedor: «todavía falta por dar el paso. Falta que las universidades en España por ejemplo, saquen adelante nuevos métodos de diseño, impresión en 3D por ejemplo, no se está aprovechando todo lo que se debería».