Las nuevas generaciones de padres, igual de preocupados por sus bebés como los de generaciones anteriores, pero más confiados en la tecnología, han hecho proliferar en el mercado los gadgets asociados al cuidado de los niños.
Sólo en Estados Unidos, las ventas minoristas de los dispositivos no perecederos para el cuidado de bebés, se estima que aumentarán hasta los 2.900 millones de dólares en 2018, desde los 2.600 millones de dólares que dejaron en 2012, según la firma de investigación Mintel.
Y el auge del uso de la tecnología para el cuidado de las criaturas tiene justificación si atendemos a las maravillas que han lanzado al mercado en los últimos tiempos, que hacen la vida más fácil a los padres, y sobre todo les ayudan a controlar la tensión de estar pendientes de sus locos bajitos.
Una de las creaciones más punteras para el control de los recien nacidos ha sido bautizada como Owlet, y es una especie de calcetín diminuto, acorde con el tamaño de sus usuarios.
El dispositivo, sumegible, blandito y muy listo, es capaz de registrar el ritmo cardíaco del pequeño, los niveles de oxígeno, la posición en la que duerme para evitar que se de la vuelta, y hasta la temperatura de la piel. Los datos se los envía al smartphone de los padres, que de esta manera no han de estar encima del niño para saber cómo se encuentra.
En la misma línea se mueve el Mimo, una tortuguita que funciona asociada a un kimono de algodón orgánico para el bebé, que monitoriza al recién nacido. Sensores de temperatura, posición de sueño en la cuna, estado de ánimo, etc… El sensor de Mimo ofrece un sinfin de datos del bebé, y los hace llegar a sus padres al móvil, tanto iOS como Android.
A pesar de cuidar a nuestro pequeñín, los bebés lloran, y mucho. Puede ocurrir que nos desesperemos al no saber qué le pasa al niño, cuyo llanto pone muy nervioso a cualquiera. Para solucionarlo existe el Cry Translator, un dispositivo que promete entender al recien nacido, y decirnos cómo se encuentra, que necesita, si está incómodo, o si lo que quiere es dormir.
Más curioso parece el diseño de los sensores de Sleevely para el biberón inteligente. Alabados por medios tecnológicos, parecen demasiado grandes para las manos tan pequeñas de los bebés.
La compañía ofrece registrar la alimentación de los niños, para saber las veces que realizan tomas cada día, el tiempo que tardan en comer, e incluso la necesidad de aumentar la dosis de alimentos o visitar al pedíatra. Todo ello, por supuesto, con una aplicación dedicada para smartphone que recibe datos en tiempo real y permite consultar los históricos.
En el terreno más marrón se dan las novedades más sorprendentes. Hace unos meses la marca de pañales Huggies creó un dispositivo que, enganchado a la parte delantera del pañal, y conectado con la aplicación TweetPee, comunicaba a los padres con un mensaje que el bebé necesitaba ser cambiado. El problema es que, por ahora, sólo ha sido lanzada en Brasil.
Un paso más allá es que dan en Pixie Scientifics, los creadores de los Smart Diapers, pañales inteligentes, con sensores incluidos en el tejido. Sus desarrolladores señalan que se les encendió la luz cuando cayeron en la cuenta de que, cada día, se usan millones de pañales para mantener limpios a los bebés, pero se descarta «toda la información» que estos pañales ofrecen.
La compañía dice que, una vez al día, los padres deben escanear con su smartphone el parche QR ubicado en la parte frontal de los pañales. De inmediato, se comenzarán a analizar los datos en busca de signos de infecciones urinarias, deshidratación y problemas renales futuros. Y todo ello en menos de diez segundos.
Finalmente, es en el campo de la seguridad en el que han salido al mercado algunos de los ingenios más espectaculares. En el campo de los carritos de bebés hay pocos modelos más espectaculares que el Origami, de la compañía 4Moms.
Se trata del Ferrari de los carritos, con luces en las ruedas, sistema de recarga de energía, panel LED para controlar la temperatura del bebé en el respaldo, sistema de cierre y apertura automáticas, y un sinfin de detalles propios de un coche para el asfalto. El Origami tiene una silueta aerodinámica y por las prestaciones que atesora, un manual de instrucciones digno de consultar.
No tan complejo de usar, pero fruto de ingeniería de primer nivel es la sillita de coche de Carkoon. Nacida a partir de un viejo diseño de airbag para cazas de combate, la Carkoon ofrece una protección total a los bebés cuando viajan en coche. En caso de impacto, la silla fabricada en Kevlar lanza el airbag sobre el bebé a modo de caparazón de molusco. El tejido del elemento de inflado es ignífugo y ofrece una protección total al niño ante impactos de elementos que salgan volando.
Cuando se activa, inmediatamente la silla comienza a emitir señales acústica, visuales e inalámbricas, para alertar a los servicios de emergencias de la presencia de un bebé en el vehículo accidentado. El no va más, «y por el precio de un iPad», defienden sus creadores.