Bill Gates ha escenificado el último paso de su progresivo abandono de Microsoft al dejar de presidir la Junta de Accionistas de la compañía, decisión que se hizo efectiva el pasado 4 de febrero. Con la marcha definitiva de Gates, que seguirá siendo asesor de la compañía y se dedicará con más entusiasmo a su labor filantrópica, el mundo de la tecnología pierde a uno de sus grandes gurús y animadores de los últimos 30 años. Durante este tiempo, su rivalidad con Steve Jobs marcó el camino de la vanguardia tecnológica, una rivalidad que se definió por sus casi antagónicas personalidades. Sus empresas, Apple y Microsoft, se convirtieron en ejemplos de innovación integrando hardware y software, pero mientras que Gates ofrecía licencias de uso de su sistema operativo y su software a diferentes fabricantes, Apple lanzaba un producto exclusivo y homogéneo que no compartía con nadie.
Bill Gates y Steve Jobs nacieron en 1955 y ninguno de los dos terminó sus estudios universitarios. A partir de ahí afloran las diferencias y no sólo porque Jobs fuese bohemio e imaginativo, mientras que Gates era más trabajador y oportunista. Al contrario que Jobs, Bill Gates perteneció a una familia acomodada de Washington. Su padre era un prominente abogado y su madre profesora de Universidad y miembro activo de la sociedad civil.
Mientras estudió, Gates fue a colegios privados y sus estudios universitarios los cursó en Harvard. “Gates sabía programar, a diferencia de Jobs, y su mente era más práctica y disciplinada, con mayor capacidad de procesamiento analítico. Por su parte, Jobs era más intuitivo y romántico, y tenía un mejor instinto para hacer que la tecnología resultara útil, que el diseño fuera agradable y las interfaces, poco complicadas de usar. Además, era un apasionado de la perfección, lo que lo volvía tremendamente exigente, y salía adelante gracias a su carisma y omnipresente intensidad”, explica el biógrafo de Steve Jobs, Walter Isaacson.
Gates dejó la Universidad porque estaba empezando a ganar dinero con su propia empresa de programación, mientras que Steve Jobs lo hizo para experimentar con la vida. Por entonces consumía ácidos con asiduidad y se había interesado con su característica intensidad por las corrientes orientales que por entonces empezaban a difundirse vinculadas a la contracultura. Gates no tuvo esa inclinación por las experiencias vitales, sino más bien por los negocios. Tuvo su primera experiencia profesional a los quince años junto a Paul Allen. Juntos crearon Traf-O-Data, un programa que medía el tráfico de Seatle, con el que ganaron más de 20.000 dólares.
A mediados de los ochenta, Jobs le pidió a Gates que realizara una versión de Basic para su Macintosh, además de una versión de su hoja de cálculo ‘Excel’ y su procesador de textos ‘Word’, acordando un contrato en exclusiva durante dos años. Gates debía abstenerse de vender su lenguaje de programación a IBM y Jobs a cambio adquiría una licencia indefinida y desmantelaba su equipo de programadores, que estaban trabajando en una versión de Basic para Macintosh. El problema – según asegura Walter Isaacson en su biografía ‘Steve Jobs’ – fue que el lanzamiento del Macintosh se retrasó un año y el acuerdo de exclusividad se extinguió antes de lo previsto, de modo que Gates, liberado de su compromiso, comenzó a desarrollar para IBM su primera versión de Windows, con evidentes similitudes a los diseños de Macintosh a los que Gates había tenido acceso.
Según explica Isaacson tomando la versión de un testigo presencial, Andy Hertzfeld, miembro de Macintosh, Jobs se reunió con Gates y le echó una bronca monumental, tachándole de estafador, a lo que Gates se limitaba a contestar, sin alzar el tono, que había más de una forma de verlo. Según la película ‘Piratas de Silicon Valley’, la respuesta de Bill fue más o menos así: “Tú y yo tenemos un vecino rico, Xerox, que se deja la puerta de casa abierta. Pero cuando tú entras para robarle el televisor te das cuenta de que yo había entrado antes, yo tengo el botín, Steve. Y tú gritas: no es justo, yo quise robarlo antes. Has llegado demasiado tarde”.
Fuera como fuera, este incidente enrareció la relación de los dos prometedores empresarios, que desde entonces abundaron en críticas y reproches, sobre todo por parte de Jobs, que tachaba a Gates de hombre sin gusto y carente de ideas originales – aunque Apple también copió buena parte de sus productos, algo por otro lado difícil de evitar en el sector tecnológico – y a su empresa, Microsoft de hacer productos de baja calidad. “Cada uno de ellos creía ser más listo que el otro, pero Steve trataba por lo general a Bill como a alguien un poco inferior, especialmente en temas relacionados con el gusto y el estilo —comentó Andy Hertzfeld—. Y Bill despreciaba a Steve porque este no sabía programar”.
Tal y como afirmas Isaacson, la simbiosis entre Apple y Microsoft se había convertido en un baile de escorpiones. Poco después llegarían a enfrentarse en los tribunales pero Gates pudo demostrar que a pesar de las similitudes, cada función individual de Windows era distinta a las funciones de Macintosh. El Windows de Microsoft, lanzado en 1985, no fue un éxito rotundo, el sistema era un tanto tosco y presentaba carencias de tipo técnico, no obstante la persistencia de Gates permitió mejorar el producto en versiones posteriores y convertirlo en el sistema operativo dominante. Gracias a esta línea de negocio Gates lanzó a bolsa Microsoft, quedándose con el 45% de la empresa y convirtiéndose en multimillonario a los 31 años.
A medida que Microsoft crecía, los rivales se multiplicaban. IBM lanzó su propio sistema operativo, el OS2, y Gates tuvo que mejorar mucho su Windows para mantener su cuota de mercado. El Windows 3.0 fue un completo éxito de ventas mientras que el OS2 fracasó estrepitosamente, permitiendo que Microsoft perdiera a un tiempo un cliente y un poderoso rival, lo que le permitió hacerse con el casi monopolio del software. Fue entonces cuando la Comisión Federal de Comercio puso sus ojos en la empresa al reparar en que usaba su dominio para eliminar a la competencia bajando los precios de sus productos.
En 1993 Microsoft volvería a tener problemas con la Justicia al ser investigado por el Departamento de Justicia por cobrar a los fabricantes una tarifa por ordenador vendido tuviesen o no instalado el software de Microsoft. La empresa fue acusada de incurrir en prácticas ilegales y tuvo que anunciar la renuncia a la tasa para que el caso se cerrase en 1994.
Sin embargo, los problemas legales y las peleas con IBM y Apple provocaron una caída en las acciones de Microsoft que pudo remontar sin embargo con el lanzamiento de Windows 95, que antes de cumplir los dos meses de vida ya había vendido siete millones de copias. No obstante, la vida estaba cambiando para Bill. A su matrimonio con Melinda Gates se unió el nacimiento de su primera hija, Jennifer Katherine, y el traslado de la familia a una tranquila y reservada mansión de 45 millones de dólares. Por primera vez desde los quince años, los negocios no lo eran todo para el presidente de Microsoft.
En 1997 Gates incluyó en el paquete Windows el Internet Explorer, un navegador que iba a hundir al hasta entonces dominante Netscape, lo que fue visto por muchos como una nueva jugada sucia de Microsoft. En 1998 fue acusado de prácticas monopolistas y demandado por millones de dólares en un proceso que duró cuatro años y que terminó con la compañía dividida en dos. Tras un acuerdo beneficioso con la administración Bush para cerrar el caso, Gates sorprendió al mundo al renunciar a su cargo de presidente ejecutivo y quedarse con el de presidente y jefe de arquitectura y software. Steve Ballmer tomaba la batuta de la empresa y Gates se convertía en el hombre de las ideas.
“Aquella salida del primer plano en este tipo de empresas, tan personalistas, tenía que notarse y Microsoft ha perdido liderazgo progresivamente y ha empezado a llegar tarde a todos los mercados. Un buen ejemplo, ya en la actualidad, es la tableta Surface, es buena pero ha llegado tarde. El ipad lidera claramente el mercado”, asegura Pablo Jiménez, director del Master de Marketing Digital de Esden.
Al salir del primer puesto de la compañía, Gates retomó con fuerza la labor filantrópica que ya inició tras la muerte de su madre, creando una nueva Fundación para proyectos sanitarios y educativos que pretendía perpetuar su obra, siempre apegada a las iniciativas sociales. Con una cartera de inversiones valorada en 50.000 millones de dólares, la familia Gates tiene recursos más que suficientes para vivir desahogadamente y mantener la actividad de sus fundaciones. Gates fue educado por sus padres para ser austero en sus costumbres y no sentir apego por el dinero, una filosofía de vida que llevará hasta el extremo, puesto que ha anunciado que el 90% de su fortuna será donada y que no irá a parar a manos de sus hijos.
El 27 de junio de 2008 la transición en Microsoft se consolidó y Gates dejó el día a día para limitarse a asesorar en los proyectos clave de desarrollo, continuando eso sí como presidente de la junta directiva, lo que le permitía estar al tanto de todas las decisiones ejecutivas. Con su salida de la Junta el pasado 4 de febrero, su marcha de la compañía se hace efectiva y Microsoft pierde la brújula que ha marcado su camino durante treinta años. “Microsoft perdió el tren hace mucho tiempo, cuando Gates dejó la primera línea. Habrá que ver cómo se maneja el nuevo CEO, pero a día de hoy Google y Apple le han superado, aunque Apple genera algunas dudas al haber perdido cierta chispa y cierta creatividad”, explica el director del Master de Marketing Digital de Esden.
En efecto, Satya Nadella se ha convertido en el tercer líder de la compañía, tras las etapas de Gates y Ballmer, con el reto de resituar a Microsoft en la cabeza de la tecnología tras varias décadas dominando el mercado. Nadella, de origen indio, es el creador de la nube de Microsoft, por lo que la compañía apuesta por un técnico para recuperar el tren de la innovación. “Microsoft está presente en los mercados pujantes pero se encuentra en un segundo plano respecto a Google o Apple. Yo siempre digo que hay ‘empresas Madonna’, con una gran capacidad para evolucionar y ‘empresas Rolling Stones’, mucho más rígidas y con una propuesta más definida. Apple ha demostrado ser una empresa Madonna, en constante evolución, mientras que Sony o Microsoft son un claro ejemplo de empresa Rolling Stone, lo cual no quiere decir que no sean capaces de ganar mucho dinero. Simplemente les cuesta evolucionar, se van quedando atrás y cuando se dan cuenta ya están fuera. Nokia también es una empresa Rolling Stone por lo que su asociación a Microsoft no plantea grandes expectativas”, explica Jiménez, que también dirige la consultora 1000informes.com.
Las nuevas generaciones vienen pujando fuerte y todas las empresas punteras han renovado su dirección para tratar de mantener e incrementar su mercado. “Sólo dos compañías mantienen a un CEO con una edad superior a la media, Apple, con Tim Cook y Amazon, con Bezos, si bien Bezos es hoy el presente y el futuro del liderazgo y bajo mi punto de vista, el próximo Steve Jobs de la tecnología”, concluye Pablo Jiménez.
A día de hoy Microsoft es la tercera empresa más valiosa del parqué tecnológico, tras Apple, que ha recuperado el primer puesto y Google. La entrada de Nadella ha generado buenas expectativas y sus acciones ya cuestan más de 35 dólares, siendo su capitalización superior a los 300.000 millones de dólares. Google, por su parte, está bordeando los 400.000 dólares – 395.420 millones, exactamente – y sus acciones son las más caras, 1.185 dólares por unidad, mientras que Apple lidera ampliamente con una valoración bursátil de 472.000 millones de dólares y un precio de 530 dólares por acción.