En julio de 2011, había leído un artículo en la revista The NewYorker sobre Jaron Lanier y descubrí a una personalidad que nos encontramos con frecuencia en los debates y literatura sobre el presente y futuro de la Tecnología en nuestra sociedad. No es extraño que fuera incluido entre las cien personalidades más influyentes del mundo en 2011 según la revista Time, y sea, además, uno de los gurús de Internet y de web 2.0 en la meca de la tecnología, Palo Alto, donde ha trabajado o ha ejercido de consultor de la mayoría de grandes empresas del sector. Muchos de los lectores lo reconocerán por ser autor en 2011 de una obra crítica fundamental sobre internet “You are not a Gadget, a manifesto” traducida al español como “Contra el rebaño digital”, un gran éxito en todo el mundo contra nuestra obsesión por la tecnología e internet, un manifiesto, entre otras cosas, contra la tendencia que en los últimos tiempos de favorecer la plataforma tecnológica sobre el contenido y los ordenadores sobre las personas.
Lanier nos pregunta si somos realmente conscientes de lo que han cambiado nuestras vidas tras la aparición de internet y las redes sociales, se pregunta si estamos ante una mutación antropológica, ante un nuevo «hombre digital», y de si son las redes o la Red el ejemplo de una cultura light radicalmente opuesta a toda cultura que conocimos hasta ahora.
Desde hace décadas, Lanier utiliza su experiencia como “Insider”, – sabe de lo que habla como uno de los creadores de la realidad virtual y su trabajo para las empresas tecnológicas líderes en Silicon Valley-, con el objetivo de reflexionar acerca de cómo la tecnología transforma nuestra sociedad y nuestra cultura. Sus conferencias y su presencia en foros, a pesar de su espíritu crítico, ha sido constante en lugares como el Foro de Davos o la Ford Foundation, entre muchos otros, o incluso en Hollywood como asesor de Spielberg en “Minority Report”, y todo ello a pesar de que no deja de haber contradicciones vitales, como sus trabajos desde 2006 para Microsoft y que él mismo reconoce.
Su nuevo trabajo “Who owns the future”, es una visión sobre un asunto de plena actualidad económica y social más debatido en estos tiempos, la concentración de dinero y poder en las redes digitales, y que muy pocos, no muchos, pueden generar ingresos multimillonarios que en gran parte no revierten en beneficio de la sociedad donde se generan, y que responden a la explotación y utilización del Big Data que esas empresas en red obtienen de forma gratuita de los usuarios de las mismas a través de los servidores sirena.
Lanier plantea que el creciente auge de las redes digitales ha conducido a nuestras economías a acentuar la recesión, perjudicando a las clases medias, y por consiguiente, la tecnología afecta cada vez a más sectores de nuestra economía, generando enormes desafíos para el empleo y la prosperidad de las clases medias.
Pero Lanier ofrece alternativas, y muestra el camino hacia una nueva economía de la información que respete a la sociedad y le permita crecer. Es hora de que a los usuarios de redes se les recompense por lo que crean, y generar de esta forma un cambio que busque un reparto más equitativo de los beneficios que la red produce.
Si en el pasado buscábamos adaptar la innovación tecnológica a nuestra vida, hoy estaríamos en una situación diferente, como si nuestra preocupación pasara más bien por el hecho de que nuestra existencia se encuentre a la altura de un mero Smartphone o una tableta. Lanier dice que nos preguntamos cada día, a cada hora, a cada minuto sobre cómo hemos de comportarnos para responder a los desafíos de las redes.
La “necesidad” de filmar, fotografiar, escribir y colgar todas nuestras vivencias y demás, de la forma más inmediata posible es ilustrativa de este fenómeno. Lanier habla también por ello de la concentración de usuarios digitales en redes sociales o el intercambio de archivos no garantiza un desarrollo óptimo de la comunicación. Y el fenómeno de la adicción a las redes es también objeto de su análisis, y debe hacernos reflexionar. Parece como si las vivencias u opiniones que no se twittean, o el “si no estás en las redes” ya no parece vida real, y no existe, por lo que esta masificación reduce el impacto de la comunicación, y termina en banalidad.
Y se pregunta ¿Por qué sería que Steve Jobs odiaba los botones hasta el extremo de suprimirlos de su propia ropa como se ve en las fotos e imagines de su vida? Porqué Jobs consideraba a los botones como un obstáculo que no aporta valor. No estaríamos ante una nueva ideología del acceso inmediato y fácil a la información y a las redes que ha modificado nuestras vidas.
Advierte por ello Lanier contra la posibilidad de una rápida degradación de la información y la comunicación al eliminar el factor humano y la proliferación de cacharros tecnológicos y de robots ejecutando tareas “humanas”. A mayor estandarización de aparatos y robots, más baratos, más valor tendrá, por ejemplo, cuestiones básicas para el ser humano como la producción de alimentos.
¿Soluciones? Para Lanier el futuro inmediato pasa por cambiar el concepto de Internet-porque Internet no es malo per se, al revés, pero necesita inventar aplicaciones, herramientas y sistemas que sean útiles y creen valor para el usuario, que lo alejen de millones de páginas sin valor a la que le llevan los algoritmos de búsqueda, y que aportan escasa creatividad y por consiguiente, reflexionar por qué el negocio está cada vez menos en los contenidos.
El totalitarismo digital, afirma, es la nueva amenaza para el orden social, como lo fueron el fascismo y el comunismo anteriormente. Habla de «maoístas digitales» o «totalitarios cibernéticos», una nociva subcultura de tecnólogos afín a la cultura abierta y el intercambio de archivos. Algunos son incluso sus propios amigos y colegas.
Lanier demanda pues la reinvención de Internet y sus aplicaciones, pensando en el individuo más que en las máquinas, en la utilidad más que en la rentabilidad, en el progreso más que en el resultado inmediato. Según Lanier, además de los problemas globales de cambio climático, crecimiento demográfico y extremistas violentos, etc… el mundo debe prestar atención también a la supremacía de las grandes empresas digitales. “Todo lo que aparentemente es gratis en la red, lo estamos pagando con nuestros datos. Estos gigantes ganan miles de millones con el trabajo de los demás”. Por primera vez, y en los últimos años, la tecnología no crea tanto empleo neto sino riqueza muy concentrada, por lo que no ayuda a crear una clase media que haga sostenible el sistema, la única capaz de evitar la desigualdad, las diferencias sociales y contribuir a repartir la riqueza y mantener la sociedad de bienestar.
Lanier, durante su discurso en Fráncfort con ocasión de su reciente entrega del Premio de la Paz por la Asociación de Libreros de la ciudad que alberga la Feria del Libro más importante del mundo, habló acerca del nazismo como prueba de que una sociedad moderna y sensible es susceptible al mal afirmando que “De ahí crece mi preocupación de que la red pueda funcionar como plataforma para nuevas formas de fascismo” y advierte que “el capitalismo sólo funciona si permite que a un número lo bastante grande de personas les vaya lo suficientemente bien ”.
Ahí queda la visión de Lanier, reflexionemos estemos o no de acuerdo.