Los ciudadanos podrían pagar en el futuro una tasa municipal según la basura que generen y no separen adecuadamente, de acuerdo con una propuesta que está desarrollando Ecoembes y que planteará próximamente a los municipios españoles, que ostentan las competencias de los impuestos y tasas municipales.
El »Pago por generación» premiará a aquellos que realicen una correcta gestión de sus residuos de modo que únicamente pagarán por lo que no reciclen, igual que pagan por el agua o la luz que gastan y el servicio prestado, según ha explicado la responsable de la Estrategia de negocio de Ecoembes, Silvia Ayerbe.
Ayerbe ha indicado que la organización que se encarga de la gestión de los residuos de envases, papel y cartón preparando un manual que servirá de hoja de ruta a los Ayuntamientos, ya que de ellos es la competencia en esta materia y, en su caso, de establecer este impuesto.
La propuesta -adelantada en primavera por el consejero delegado de Ecoembes, Óscar Martín, durante la presentación anual de resultados- está «muy avanzada» y la entidad ha elaborado un borrador que ya ha presentado al Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, que no es competente en la materia, pero que en el marco de los compromisos del Paquete de Economía Circular de la Unión Europea, podría establecer un plan estatal de ayudas.
Ayerbe ha dicho que se han incorporado algunas recomendaciones formuladas por el MAPAMA y que antes de final de año se presentará a todas las comunidades autónomas.
Hasta la fecha apenas siete municipios en España han adoptado por esta solución frente a Francia, que tiene el objetivo de llegar a 25 millones de habitantes en 2025. La iniciativa española se inspira en las experiencias de otros países que también tienen el sistema de cien por cien pago por generación, como Austria, Bélgica, Finlandia o Suecia e Irlanda, el último en incorporarse hace menos de un año.
Los siete municipios son Urubril en País Vasco; Esporles, Benissalem y Porreres en Baleares; Miravet, Rasquera y Argentona, en Cataluña. Todos ellos suman 37.811 habitantes, apenas el 0,8 por ciento de la población española. Además, el pago por generación también se aplica, pero exclusivamente a comercios en Canet del Mar, Oyarzun y Salamanca, en cuyos casos, además del sistema de bolsas se utiliza volumen de contenedores y frecuencia de recogida.
¿Cómo funciona?
Lo primero para fijar cuánto ha de pagar cada ciudadano es saber la basura que genera y para ello, igual que para el agua o la luz se necesita un »contador». Según Ayerbe, con este contador se medirá el comportamiento de los ciudadanos, que generarán menos, porque al seleccionar sus residuos únicamente pagarán por la fracción no selectiva, cuyo importe será la suma de una tasa fija –para cubrir los costes– y una variable en función de lo generado.
De esta manera confía en que los ciudadanos separarán «al máximo» todos sus residuos porque abonarán en función de la fracción no selectiva. Así, espera que llevarán los envases al amarillo, el papel y cartón al azul, la fracción orgánica a su contenedor y, finalmente los residuos que no separe serán los que tenga que pagar.
«El ciudadano que separa todo no pagará mucho, porque al Ayuntamiento le costará menos gestionar sus residuos, mientras que el que no separa pagará más», ha resumido Ayerbe, que pronostica que en términos globales se reducirá la generación de residuos al tiempo que aumentará su separación y mejorará su reciclaje.
Entre las dificultades para su implantación en España, ha observado varias peculiaridades diferentes a las de otros países, como es la edificación vertical, con la que muchos vecinos usan el mismo contenedor, frente a modos de vida en casas unifamiliares, donde cada vecino tiene su propio contenedor.
Por ello, ha agregado que Ecoembes, desde el »Circular Lab» de Logroño -un laboratorio de innovación de envases y economía circular de la entidad- está realizando distintos proyectos piloto de cara que facilitarán el pago por generación, como la investigación de tecnología y comunicación de contenedores inteligentes, que ya se empezarán a probar este mismo año en Logroño y posiblemente en otra prueba piloto que ya se está gestionando con la Mancomunidad de la Sierra de Cádiz.
Entre las distintas propuestas, Ayerbe comenta que la más fácil sería la de distintas bolsas de basura que se depositan en estos contenedores inteligentes con una tarjeta o código -como un carnet de bonobús o el sistema de matrículas de los parquímetros- y los contenedores »listos» valorarían las bolsas, bien por peso o bien por volumen. «Vamos a probar todas las tecnologías y finalmente se apostará por las más adecuadas», ha asegurado.