Han pasado ya 25 años desde que la primera página web de la historia estuvo operativa online. ¿Lo recuerdas? Puede que, como yo, no hubieses nacido o puede que aún pienses en las tarjetas perforadas.
Los que por nuestra juventud no tenemos posibilidad de recordarlo, creo que nos llaman »millennials», no tenemos nada más que la imaginación para intuir cómo era la vida antes de Internet.
Y yo me imagino a mis »antepasados» así, gritando «¡¡Oh my god, es una página web!!» frente a una pantalla llena de códigos verdes tipo Matrix.
No sé, ¿no eran así las webs antes?
También supongo que igual que el genio de la ciencia ficción Isaac Asimov sentó con sus historias un precedente para las teorías de robótica actuales, los que empezaron hace 25 años con esto de Internet también tenían grandes ideas.
Quizá creían, por ejemplo, que algún día hablaríamos con los ordenadores y éstos nos contestarían. En realidad no iban tan desencaminados, ahora tenemos a Siri y a Cortana. Maravilloso, ¿verdad?
Lo que sí recuerdo de forma algo vaga es a mis progenitores diciendo que no podía usar Internet porque sino había que desconectar el teléfono. Era algo traumático. A veces llamabamos a casa de alguien y comunicaba: «Estará usando Internet«, decía mi padre.
También teníamos Windows 98 y sus preciosos pantallazos azules cuando se quedaba colgado. Si cualquier joven de hoy en día tuviese que enfrentarse a estos pantallazos, los casos de ansiedad infantil aumentarían por cientos.
Eso sí, hay cosas que nunca cambian.
Como un montón de gente diciendo que Internet es malísimo mientras utiliza Internet a todas horas. Un clásico de la hipocresía 2.0.
Pero al final, lo que importa es que han pasado ya 25 años desde la primera página web de la historia y ¡hemos sobrevivido!
El mundo es ahora más interconectado, más global, Obama puede escuchar tus conversaciones en cualquier parte, puedes espiarle el Facebook a tus exnovios y hay un montón de gifs de gatitos.
Pero, ¿no es esa la magia de la web?