Una de las testigos que ha comparecido en la séptima sesión de la vista en la que se juzga el robo del Códice Calixtino ha señalado que se extrañó al ver en el piso del electricista un «despacho oculto» bajo una cortina «tras la que no se veía nada».
Esta mujer acudió a esta residencia porque era cliente de la costurera Remedios Nieto, esposa de Manuel Fernández Castiñeiras, acusado del robo del manuscrito del medievo, y hoy ha relatado que la primera vez que vio este habitáculo, porque no fue en una única ocasión, creyó que era un armario.
«Pero Remedios me dijo que era un despacho del marido. No se veía nada», ha relatado.
En esta jornada, han comparecido cuatro clientes habituales de la modista, que despachaba en su domicilio de O Milladoiro (A Coruña) desde hacía más de cuarenta años, y a la que oportunamente pagaban por sus trabajos.
Una de ellas ha comentado que Remedios trabajaba también para una tienda.
Con estos testimonios, solicitados por la abogada que se encarga de la defensa, Carmen Ventoso, se quería demostrar que la fortuna hallada en las propiedades de este matrimonio es el resultado de un trabajo continuado.
La letrada ha renunciado a tres de los testigos propuestos, el obispo de Tui-Vigo Luis Quinteiro Fiuza, el seminarista Jesús Bernardo Spinola que compartía vivienda con el ex deán José María Díaz y a Carmen Álvarez.
Fernández Castiñeiras estuvo interno en el penal de Teixeiro (A Coruña) desde julio de 2012 hasta enero de 2013, y en este momento se enfrenta a la acusación de dos delitos de robo con fuerza, uno de ellos continuado; un delito contra la intimidad y otro de blanqueo de capitales, por los que la Fiscalía le pide 15 años de cárcel, que la Iglesia, personada como acusación particular, eleva a 31.
Para su mujer, Remedios Nieto, y su hijo, Jesús Fernández Nieto, el Ministerio Fiscal limita su petición de pena a un año y medio de prisión para cada uno de ellos por blanqueo de capitales y prevé una alternativa de seis meses por sendos delitos de receptación.
El Códice Calixtino desapareció en julio de 2011 y se encontró un año después en un garaje propiedad de Fernández Castiñeiras.
En ese momento, él mismo se identificó como el responsable del saqueo ante el juez, pero, según explicó en el juicio la semana pasada, habló, sin rememorar en la actualidad el contenido de lo que dijo, coaccionado por el magistrado instructor José Antonio Vázquez Taín.