Tres jóvenes, recién cumplida la mayoría de edad, dispuestas a disfrutar de una noche de Halloween. Una fiesta que acabó en tragedia, con la vida de Katia Esteban Casielles, Rocío Oña Pineda y Cristina Arce de la Fuente.
Katia Esteban Casielles, una de las jóvenes muertas en una avalancha en el Madrid Arena el 1 de noviembre de 2012, acababa de cumplir 18 hacía menos de un mes. Hija del exconcejal socialista del municipio madrileño de Daganzo, Ángel María Esteban Sanz, Tania había terminado en 2011 sus estudios de secundaria en el Instituto Lázaro Carreter de la localidad, según su perfil en la red social Facebook.
Según el diario »El Pais», la madre de Katia había muerto de cáncer el año anterior. Una hermana de Katia, Tania, contradijo en televisión las primeras líneas de la investigación que hablaban de que una bengala fuese el detonante.
Varias decenas de jóvenes se acercaron al tanatorio de Daganzo para despedirla. Amigos de la joven la describieron como una estudiante de bachillerato «muy alegre» y que sólo había querido «ir de fiesta» con unas amigas.
Rocío, que acababa de empezar la carrera de Derecho, y Cristina, que estaba en segundo de Bachillerato, acudieron juntas a la fiesta. Ambas se conocían porque habían estudiado juntas en el centro Alameda de Osuna.
Según explicó una amiga de Rocío a »El Pais», iba acompañada de su novio, Miguel, que estaba con ella en el momento de la tragedia.
Las tres fallecieron por asfixia, según la autopsia, al resultar aplastadas en una multitudinaria fiesta de Haloween celebrada en el pabellón Madrid Arena. Además de las fallecidas tras la avalancha, María Teresa Alonso Vinater y Belén Langdon Real murieron en los días posteriores a la tragedia a consecuencia de las heridas sufridas en el recinto madrileño.
La línea de investigación de la Policía desde el primer momento se centró en saber si se rebasó el aforo, de 10.600 personas, y si las medidas de seguridad fueron las adecuadas.