Acaban de terminar los Juegos Olímpicos en Londres y nuestros deportistas nos conseguido bastantes medallas y sobre todo grandes momentos de felicidad que hemos sentido en las emocionantes compartidas con ellos. Ahora, este fin de semana, comienza la liga de futbol y la vuelta ciclista a España. Nos vuelven a esperar nuevos momentos de emociones, seguramente que alguna decepción pero también otros muchos de felicidad. ¿Esa felicidad puede convertirse en “píldoras” de salud?
Cada vez hay más evidencias científicas que la felicidad va estrechamente unida a una buena salud. Tanto es así, que incluso algunos científicos idearon hace algunos años una formula que uniría la salud con la felicidad. En esta fórmula intervendrían los diferentes componentes que parecen influenciar nuestro nivel de felicidad que somos capaces de alcanzar. Estos componentes serían genéticos, factores dependientes de la circunstancias que rodean a cada persona, y finalmente factores voluntarios bajo el control de la persona que pueden promover estado de felicidad
Independientemente de las condiciones económicas o incluso sociales de cada individuo, el nivel de felicidad que un individuo puede alcanza, parece que está ya marcado en nuestros genes. En esta fórmula ideada sobre la felicidad, el componente genético conlleva el 40% del total del resultado final. El gen que más se ha relacionado con la felicidad es el gen de la serotonina. La serotonina es una sustancia química que, en términos científicos se denomina neurotransmisor, que se produce en el cerebro y en las terminaciones nerviosas que actúan a distancia del cerebro sobre los diferentes órganos. El nivel de serotonina está relacionado con aspectos del carácter de cada persona estando íntimamente asociado con la emoción y el estado de ánimo.
Niveles bajos de serotonina se asocian con anomalías de la personalidad como la depresión. La serotonina también se ha involucrado en otros procesos fisiológicos. Por ejemplo niveles bajos de serotonina también se relacionan con la ansiedad y necesidad de comer. La serotonina también afecta el deseo sexual de las personas. Podríamos decir, en términos sencillos, que la serotonina es un afrodisiaco endógeno de nuestro organismo.
Existen otros muchos factores fisiológicos relacionados con el efecto positivo de la felicidad sobre la salud. Por ejemplo, los niveles de dopamina, endorfina y otras hormonas y neurotransmisores también se han relacionado con diferentes estados de felicidad. Lo que parece también bien establecido es que que la gente feliz tiene un sistema inmunológico más eficaz que aquella que tiene reducida su felicidad.
Podemos favorecer intentar alcanzar un estado de felicidad mayor. La autoestima, el pensamiento positivo, el encontrarnos con personas que apreciamos, la compañía de mascotas, la propia actividad física etc facilitan alcanzar niveles superiores de felicidad.
Se han hecho muchos estudios para poder establecer si realmente existe una relación directa entre estado de felicidad y mejor salud. Alguno de estos estudios se realizan contando con la colaboración de comunidades religiosas, ya que en ellas se pueden controlar más fácilmente todos los factores externos que pueden afectar al resultado final de la investigación (desde la alimentación, horas de sueño y vigilia etc). En uno de estos estudios realizados en una comunidad religiosa en la que participaron 180 monjas se demostró que las religiosas alegres vivieron más que las tristes y depresivas. Las dos terceras partes de las consideradas menos felices murieron antes de cumplir los 85. Sin embargo, las más contentas y felices vivieron 9 años más en promedio.
En nuestra vida cotidiana solemos expresar muy frecuentemente el deseo de felicidad. Cuantas veces decimos feliz cumpleaños, feliz viaje, feliz Navidad y Año Nuevo etc etc.. Quizás en el fondo sea esto simplemente una forma de expresar nuestro deseo de feliz salud hacia otras personas que apreciamos.
Aristóteles decía que “la verdadera felicidad consiste en hacer el bien”. Quizá sería bueno para nuestra salud intentar fomentar este pensamiento Aristotélico.