Vivimos en un mundo cada vez más dependiente de las denominadas tecnologías de la información y comunicación, los TICs. Estamos, como supondrán ustedes queridos lectores de Teinteresa, refiriéndonos a ordenadores, teléfonos móviles, tabletas electrónicas, el propio internet o las redes sociales entre otros.
Independientemente de la existencia de patologías asociadas a los TICs, y particularmente al uso de ordenadores, que podríamos definir como físicas que surgen cuando nos sentamos muchas horas enfrente del ordenador como pueden se dolores de espalda, malestares oculares o incluso el llamado codo de ratón que ocurre cuando se apoya durante largos periodos de tiempo el codo en vez de la muñeca al utilizar el ratón del ordenador como ejemplos de otras muchas, en los últimos años se ha comenzado a detectar la aparición de, podríamos definir, “comportamientos psicológicos anormales” asociados a la utilización de TICs.
Tan preocupante en algunos casos parece ser la incidencia de algunos de estos comportamientos que, incluso, algunos especialistas se atreven ya en darles rango de enfermedad tecnológica o, quizás, probablemente mejor llamarles enfermedades de los TICs.
Si reflexionamos un momento, es indudable que los TICs nos aportan grandes ventajas como pueden ser, entre otras, una gran facilidad en tareas que en el trabajo antes nos llevarían horas y horas, son una herramienta muy útiles en la búsqueda de respuestas, en el proceso educativo y también en lacomunicación entre las personas. Sin embargo, es muy probable que ninguno de nosotros nos hemos parado a pensar un momento si tanta ventaja no puede conllevar también, en algunos casos, caer en situaciones que incluso podría rayar lo considerado como patológico, con un carácter psicológico del comportamiento importante.
Seguramente, muchos de nosotros hemos sufrido, o conocemos alguna persona de nuestro entorno, que por ejemplo, ha creído que tiene una llamada en su teléfono móvil que nunca recibió o que ha sentido cierta inquietud, incluso cercana a la ansiedad, cuando en su móvil se terminó la batería, o la necesidad de estar constantemente mirando al móvil o estar conectado a internet buscando páginas webs. Todas estas situaciones, que ahora explicaremos un poco más, se comienzan a considerar como al menos alteraciones psicológicas asociadas al uso de la tecnología o de los TICs. Aparentemente tanto se está extendiendo poco a poco su incidencia, que incluso algunas de ellas comienzan a tener ya nombres propios que las identifican.
Vamos a explicarles solamente algunas de ellas como ejemplo. Comenzaremos por el ya llamado síndrome de la llamada imaginaria. Como dice la palabra, este síndrome, según algunos datos publicados, lo han padecido o padecen casi el 70% de los usuarios de teléfonos móviles. Este síndrome consiste en una alucinación que nos hace sentir u oír una llamada o vibración de nuestro teléfono móvil, que sin embargo no ha ocurrido. Según los expertos, esto puede pasar porque nuestro cerebro está completamente pendiente, o quizás llega a la dependencia, de que cualquier impulso que recibe lo asocia con la llamada telefónica.
Hay otra situación frecuente que ocurre en personas que usan el Facebook. Algunos de los usuarios de Facebook consideran que no tienen amigos suficientes en esta red social y llegan a sufrir una depresión, que ahora comienza a llamarse depresión social. Pero todo esto no concluye aquí, existe ya situaciones patológicas asociadas a ansiedades por la falta de batería en el móvil (Nomofobia) que incluso en un estudio realizado en el Reino Unido reflejo que lo sufre el 66% de la población que utiliza teléfono móvil, adiciones a internet incluidas adicciones a videojuegos que se practican a través del internet, o personas que tienen la creencia de tener una enfermedad después de haber leído sobre esta en alguna página web (Cibercondría).
También los TICs afectan a la memoria y a nuestra retentiva de cosas muy diversas que antes recordábamos. Si se fijan, es probable que todos en realidad memorizamos, en mayor o menor medida, menos cosas, ya que sabemos que si lo necesitamos podríamos buscarlo por Internet. Lo malo, es que a veces cuando lo necesitamos, puede que no dispongamos de una conexión o un dispositivo que nos permita acceder a este medio. También esta situación tiene un nombre, es el conocido como efecto Google.
Créanos, queridos lectores, que comienza a preocupar y mucho en algunos sectores todas estas enfermedades asociadas a los TICs. Solamente pensemos en el coste que podría suponer la reducción en la productividad de alguna persona que este sometida a alguno de estos síndromes, y particularmente a aquellos que suponen cierto tipo de adicción a los TICs. También la adicción a los TICs podría afectar de forma importante las relaciones personales, ya que podría ocurrir que alguna persona descuide o ponga incluso en un segundo plano, su relaciones incluso familiares por la necesidad que siente de utilización de los TICs.
Los estudios más avanzados sobre adicción a Internet se están desarrollando en Asia, con China y Corea del Sur como los países más avanzados en su estudio. En este sentido, un hospital en los Estados Unidos ofrece ya un tratamiento clínico específico a pacientes que abusan de los TICs. El programa que utilizan está contemplado como un tratamiento que dura alrededor de diez días, tiempo que consideran necesario para desligarse de la dependencia de los TICs.
Dice la historia, que la tecnología comienza cuando la especie humana empieza a inventar y fabricar herramientas que le hicieran su vida, particularmente la laboral, más sencilla. La invención de la propia escritura es evidentemente una herramienta tecnológica, podríamos por qué no definirlo como TIC, cuyos primeros indicios corresponden a la escritura cuneiforme que se originó en los pueblos Sumerios (actuales Irak e Irán), cuyo sistema conocido como clásico se fija alrededor del año 2800 antes de Jesucristo. La escritura cuneiforme en sus inicios expresaba ideas y posteriormente representó sonidos.