Contenido patrocinado
La conjuntivitis vírica es uno de los tres principales tipos de conjuntivitis que existen, junto a la alérgica (consistente en un picor de ojos que genera una sensación de molestia, siendo bastante fácil de diagnosticar, ya que las personas que las padecen, en la mayoría de los casos, conocen los motivos de su alergia, produciéndose, con mayor frecuencia, en los meses de la primavera) y la bacteriana (puede considerarse que empieza, de forma invariable, en uno de ellos, extendiéndose con rapidez al otro, siendo sus síntomas más característicos el color rojo del ojo y una secreción mucosa en el sector inferior del mismo, que pueden curarse recurriendo a colirios antibióticos y con la higiene lo más severa posible). La vírica o viral es, probablemente, la más peligrosa de las tres y la más común (estando asociada, en torno a un 80% de los casos, a una infección respiratoria o a un resfriado común), por lo que requiere de una explicación un poco más prolija.
¿En qué consiste exactamente?
Se trata de una inflamación aguda de la conjuntiva provocada por un virus. La conjuntiva es la mucosa transparente que recubre la parte exterior del ojo y el interior de los párpados, siendo, básicamente, un elemento defensor del globo ocular. Así pues, en el desempeño de su función protectora, cuando recibe la agresión de un virus (como los de la familia herpes, el herpes simple y el virus varicela-zoster), se inflama, provocando hiperemia, esto es, la dilatación de los diferentes vasos sanguíneos, responsable directa de darle al ojo la tan característica tonalidad cromática rosada o carmesí. Al igual que el resto de conjuntivitis, suele comenzar afectando a un solo ojo, para, después, pasarse al otro. La conjuntivitis vírica suele durar entre 1 y 3 semanas (en los casos que revisten una mayor gravedad).
Tipos
La conjuntivitis vírica puede abarcar tres tipos básicos de modalidad, a saber:
-
La conjuntivitis adenovírica: Es muy contagiosa las 2 primeras semanas y epidémica. Existen 37 serotipos diferentes, puede ocurrir como conjuntivitis con poca sintomatología o pasar a niveles de mucha mayor intensidad física.
-
La queratoconjuntivitis epidémica: El número de serotipos viene a situarse entre 8 y 19, presentando una incubación de unos 4 a 10 días. Suele empezar unilateralmente y 2 o 5 días más tarde afecta al otro ojo. Los síntomas son una conjuntivitis folicular, serosa, lagrimeo, edema en los párpados e inflamación conjuntival. Pueden existir infiltrados subepiteliales, que pueden durar meses. En el 90% de los casos presenta adenopatía preauricular, con cierto dolor a la palpación y en algún caso pueden producirse pseudomembranas, así como fiebre faringoconjuntival.
-
La queratoconjuntivitis epidémica: En este caso, la cantidad de serotipos puede situarse en niveles de 3, 5 y 7. Afecta a personas más jóvenes, y aparece junto con fiebre y faringitis, aunque la afectación corneal es menos habitual y no aparecen pseudomembranas.
Síntomas:
Los síntomas más frecuentes, en un caso de conjuntivitis vírica común, son de picor y/o ardor ocular, una atípica sensación de arenilla, lagrimeo más abundante de lo normal y una infección del tracto respiratorio superior reciente. También puede apreciarse en otros detalles, como el ya mencionado color rojizo del ojo a la par que edematoso, así como un prurito y exudado acuoso (que puede dejar costras en los bordes palpebrales y en las pestañas) y la presencia de folículos conjuntivales palpebrales (en la mayoría de los casos, situados en los párpados inferiores).
Sin embargo, este tipo de patologías, a menudo, no es fácil de diagnosticar, ya que tiene factores en común con otras infecciones. Para evitar los problemas que un mal diagnóstico puede conllevar (especialmente, relacionado con el tema de los medicamentos), se están empezando a usar nuevas pruebas de diagnóstico, como la detección rápida de patógenos (RPS) Detector Adeno, un sistema de medición que es práctico, rápido y de bajo coste; este detector de Adenovirus ha demostrado una suficiente sensibilidad y especificidad como para ser utilizado en el consultorio del médico para la detección de este tipo de conjuntivitis.
Consejos para su tratamiento
Como siempre que se advierte la presencia de un mal corporal de una cierta envergadura, lo mejor es no arriesgarse y acudir, de una forma inmediata, a un oftalmólogo. Dicho esto, pueden recomendarse una serie de precauciones, de cara a evitar que la patología de conjuntivitis vírica vaya a mayores y comience una senda de recuperación, además de prevenir su contagio, a saber: llevar las manos limpias el mayor tiempo posible (es suficiente, con llevar a cabo lavados normales, de agua y jabón), evitar el contacto con otras personas (lo que incluye el compartir toallas, maquillaje o cualquier otro tipo de objetos similares), no acudir a la piscina (muy importante saber esto, de cara al verano) o limpiarse las secreciones con material desechable.