Cada vez son más numerosos los beneficios de llevar una dieta mediterránea. Si en febrero de 2013 investigadores del ensayo aleatorizado PREDIMED descubrieron que ayuda en la prevención del infarto de miocardio y la trombosis cerebral, ahora se ha constatado que reduce en un 40 por ciento el riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Este grupo de investigadores españoles en red, coordinado por el Prof. Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva en la Universidad de Navarra, acaba de publicar en Annals of Internal Medicine un ensayo clínico en el que han participado 3.541 hombres y mujeres de 55 a 80 años, y con alto riesgo cardiovascular, todos ellos inicialmente libres de diabetes.
En el estudio, en el que también ha colaborado la Universidad Rovira Virgili de Reus, se comprobó que con una intervención dietética para promover la adherencia a la dieta mediterránea, rica en aceite de oliva virgen, frutos secos, verduras, frutas, pescado, vino tinto y legumbres, pero restringida en carnes rojas y postres azucarados, se obtenía una reducción relativa del 30 por ciento en el riesgo de desarrollar diabetes.
Esta reducción de riesgo se observó al combinar los dos grupos asignados a dieta mediterránea y compararlos frente al grupo control que recibía consejos para seguir una dieta baja en grasa.
Los participantes fueron asignados al azar a tres posibles dietas, una dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra, otra suplementada con frutos secos, y una dieta control. El programa de intervención incluyó entrevistas personales trimestrales con dietistas, además de sesiones grupales también trimestrales. Este programa se mantuvo de media durante más de 4 años y no se usaron ni dietas hipocalóricas ni programa alguno de ejercicio físico.
La efectividad fue superior en el grupo que recibía aceite de oliva extra-virgen, con una reducción del riesgo del 40 por ciento estadísticamente significativa mientras que el grupo que recibía frutos secos obtuvo una reducción del 18 por ciento.
Según Martínez-González, autor senior del artículo, “sabíamos que se podía prevenir la diabetes actuando intensivamente sobre el estilo de vida mediante programas de pérdida de peso (reducción del número total de calorías ingeridas) y de fomento del ejercicio físico, pero ésta es la primera vez que un ensayo aleatorizado demuestra que también es posible hacerlo sólo cambiando el patrón dietético, sin reducción de calorías, ni metas de pérdida de peso o de ejercicio físico”.
Los resultados confirman los estudios publicados previamente por otro estudio español, también dirigido por el Prof. Martínez-González usando datos del estudio SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), una cohorte observacional de graduados universitarios. En estos graduados un mejor seguimiento de la dieta mediterránea se asoció fuertemente con una reducción del riesgo de diabetes.